El ser humano (mujeres, hombres, niñas y niños), desde que es conocido como “homo sapiens” y posterior mente como “homo sapiens sapiens”, que si vamos a ser sinceros es un título que nos lo hemos otorgado nosotros mismos, porque si fuese por el mundo animal, insectívoro y vegetal llevaríamos estampado en la frente el de “homo estupidus estupidus”, unos más “estupidus” que otros, esto lo subrayo, para ser sinceros y para no faltar a la verdad,
¿o no lo creen ustedes así?,
se estimula, muy a destiempo claro, con el acto reflejo de la risa, un acto, podemos afirmarlo sin llegar a equivocarnos, muscular y empírico: Muscular porque son, según afirman los entendidos, “15 músculos faciales los que se contraen”, cuando nos estimulan esta fibra sensible de nuestro ser neuronal, además del “diafragma y otros músculos del pecho, abdomen, e incluso algunas personas logran mover los brazos y las piernas mientras ríen” consiguiendo con ello que “la frecuencia cardiaca se doble” que “aumente la presión sanguínea” que “la respiración se haga más rápida y profunda” hasta el punto de conseguir “liberar hormonas y activar el metabolismo” de forma positiva y beneficiosa para nuestra salud. Y empírico porque la risa, para mí se basa en el principio sencillo de causa-efecto: Causa, igual a motivo que produce la risa… y efecto, la risa en sí misma.
A veces pienso, porque yo a veces pienso y hasta llego a creerme que existo para el resto de mortales, que la risa llegó antes que el verbo exhalado y que de lo primero que nos reímos los humanos fue de una simple caída, caída que hemos venido repitiendo y perfeccionando a lo largo de toda nuestra existencia: La primera pudo ser mientras cogíamos unas manzanas de un árbol, acto sin duda recolector y femenino del cual nuestra media naranja logró que nos contagiásemos… La segunda empujando a otro, ¡coño, sin malicia!, que algunos se toman las cosas a pecho, para recordar aquella sensación tan beneficiosa que nos producía aquel recuerdo... La tercera échenle imaginación… A fecha actual todos conocemos las miles de formas de hacer reír con una caída recordemos, para estimular la musculatura facial: Las de los antiguos bufones que para mantener la sonrisa en la corte de turno a parte de hacer malabares, mofas, befas “caballescas”, tropezaban y caían al suelo de manera voluntaria, solo de vez en cuando, para ganar el favor de su señor cuando lo anterior no les daba resultado… Las de los coloridos payasos cuando uno le retira la silla al otro… Las de las primeras escenas cinematográficas en blanco y negro, podríamos escoger de todas ellas las caídas del genial Buster Keaton en “The blacksmith” del cual les dejo el enlace para que se diviertan un rato (http://video.google.com/videoplay?docid=-3155981193070185022#) y en este momento las de múltiples vídeos anónimos mandados a programas televisivos…
¿Pero cómo conseguirlo en esta época de tanto cabreo exhalado?
No se les ocurra para empezar empujando a alguien… O tirándose por la escalera para estimular las risas de otros… Yo les recomiendo el visionar o asistir a espectáculos donde el humor bien entendido, elemento sazonador de la risa, se manifiesta en estado puro…
Una muestra de humor inteligente, sincero, expresivo, con entidad propia, de chaqueta y corbata… lo podemos encontrar en las islas canarias y concretamente, en el caso que nos ocupa, procedente de Telde… Sí, cristiano “u o” cristiana… de Telde… Hablo del humor de ese hombre de campo, que sin ser mago, hace magia blanca y nos produce la risa, con su tono de voz tan característico, forma de expresarse e inteligencia al poner en escena cuanto se le ocurre ya sea en obra de teatro, radio o televisión.
Me refiero al humorista Florido, a la persona, no a Maestro Florido, el personaje creado por la mente de este labrante de la comedia, parodia o “en cristiano”, como diría Maestro Florido, “De nuestras historias… Las del terruño… Sí señor, je, je, je… del terruño…”, el cual he tenido el placer de conocer hace poco, aunque por lo poco que lo he tratado parece como si lo conociese desde mi infancia…
Es por esta experiencia vital que lo califico, y seguro me darán la razón cuando tengan la fortuna de conocer a la persona, no al personaje, se los recomiendo, como: un hombre bueno y añado: “pa´ tol´ mundo”, esencia positiva de un ser que no tiene complejos y que su máxima de vida la podemos resumir en esta sentencia:
“Yo soy feliz cuando la gente es feliz.”
Por eso y para terminar recomiendo ver sus parodias en televisión, escucharlo por radio, dar una vuelta por su página y sobre todo sentarse en directo a disfrutar de su arte, con sello propio, cuando se sube a un escenario…
Y como muestra estos ejemplos que siguen a continuación, porque la entrevista en radio Moya tendremos el placer de escucharla en breve:
Alejandro Dieppa León.
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