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miércoles, 27 de enero de 2010

CUENTO: UNA TECNOLOGÍA MAL GESTIONADA.

Aún hoy añoro aquella urbanización costera, maquillada con tonos pálidos, a la que llegué a vivir después de haber formalizado la compra de un piso tercero, ¡adquirido a precio de ganga, lo reconozco!, con mi esposa y tres hijos: Un niño de siete años y dos jovencitas de once y quince respectivamente.

Sí, una urbanización en la que me instalé sin prisas, después de varios días de mudanza, y en la cual los meses corriendo a más velocidad de la esperada fomentaron las relaciones vecinales con distendida frecuencia, e intensidad, en un tono dilatado de cordialidad.

Procesos naturales de la condición humana a través de los cuales mi hija mayor, la de quince años, entabló amistad con Patricia y su hermano Roberto. Vecinos del sexto izquierda que conoció en el aula del instituto donde aterrizó a su llegada...

Todavía recuerdo nítidamente la expresión de Soraya cuando nos informó, a la hora de la cena, de la enfermedad cancerígena que corroía las entrañas de la madre de sus amigos y nuestros comentarios solidarios diluidos en el latir sereno del pulso de la vida, hasta ser nuevamente convulsionados con la noticia de la detección de otro nuevo cáncer en el edificio.

¡Bueno! Reconocerán que la capacidad de aceptación de las cosas cuando no nos toca directamente es bastante grande; pero cuando la mano negra de aquel lugar cubrió a mi familia con dolores de cabeza, y otras molestias, ya pasados varios años de nuestra llegada, buscamos soluciones, aconsejados por el sentido común, en las sapientes explicaciones médicas; pero nada, en vez de ir a menos nuestros males con los tratamientos médicos, éstos aumentaron en intensidad, hasta que un día, escuchando una combativa cadena de radio, las manifestaciones hechas por un invitado me puso en la pista de la más que probable causa de nuestros males: “Las antenas de telefonía móvil es la causante directa de muchos cánceres. Solamente pedimos que se trasladen sus emplazamientos fuera de los núcleos urbanos...” escuché decir a aquel incomprendido de la clase: política y mercantilista. Por eso, después de un largo periodo de reflexión, subí a la azotea buscando a la culpable de nuestras dolencias y allí la encontré fuertemente anclada al edificio vecino... Certificando a partir de aquel momento, tras mucho preguntar, que la causa de muchos extraños males padecidos por los habitantes de mi edificio tenía una desafortunada coincidencia estadística con las antenas de telefonía móvil y torreones de electricidad de la zona.

Enterándome a posteriori de la lucha silenciosa de los miembros de la comunidad vecina para romper el contrato formalizado, por sesenta años, con aquella asesina compañía y, aún sabiendo que mi esfuerzo no serviría absolutamente para nada me solidaricé con aquella justa reivindicación...

A día de hoy la madre de Patricia y Roberto finaliza su existencia en un conocido hospital y yo, y mi familia vivimos: sanos y salvos, en otro lugar lejos de tan mortífera tecnología, gracias a Dios, un dinero de una herencia inesperada, nos regaló una segunda vida; pues si siguiera viviendo en aquel encantador lugar, tal vez, alguien de mi familia estaría tocado por este estigma.

Moraleja: “Pobre de aquel que no tenga dinero para cambiar de casa si le toca en suerte tener un torreón de la luz cerca o una antena de telefonía móvil

Señores políticos, en este caso de Telde, del PSOE, los socialistas en la actualidad gestionan la concejalía de urbanismo en nuestro Faycanato, PP, NUEVA CANARIAS, CIUCA, COALICIÓN CANARIA, trasladable esta petición al resto de formaciones políticas de nuestra ajada piel de toro, España, porque no dejan de lado sus luchas tribales por un momento, la defensa de sus particulares reinos de taifas y pactan una solución para y por el pueblo, sí, ese que les votó en las urnas, se lo deben, nos lo deben, e invocan el Principio de Precaución por ejemplo, y le solucionan la vida a los que aún no padecen los males de una tecnología, para mí humilde opinión, como lego en la materia, mal ubicada y mal gestionada en su prevención de riesgos aunque cumplan con lo exigido por la legislación actual.

Sí, ya sé que no existe unanimidad en los estudios realizados sobre la repercusión en la población de estos campos magnéticos generados, pues los hay favorables a las compañías, todos sabemos sus nombres, y en contra, muchos de estos últimos estudios realizados por prestigiosas eminencias, uno concretamente cortado de un tajo en nuestra querida Europa, en nuestra mercantilista Europa, cuando se llega a la conclusión, espero no errar en esto; pues confió plenamente en quien me habló de ello, de que el campo magnético rompe la cadena de ADN de la célula viva...

Asusta, verdad.

Por eso le pido a los políticos Teldenses, a los legisladores de nuestra nación, que mediten el principio empírico: “Causa - efecto”

Causa: Existencia de torreones de luz y antenas de telefonía móvil...

Efectos: Constatar cuantos casos de canceres y otras dolencias se producen entorno a ello.

Que lo avalen con un estudio de campo e invoquen el Principio de Precaución o cualquier otro argumento que pueda liberarnos de este mal...

No esperen a que un ciudadano les haga su trabajo, coño...

¡Ah!, y si por algún casual alguno de ustedes, me refiero: a los políticos, a los altos directivos que gestionan ciertas empresas... Si por algún casual creen que este tema es una quimera tengan arrestos, como los tuvo el Sr. Fraga cuando se bañó en aquella famosa playa, y dejen sus lujosas casas, cámbienlas por una que tenga un torreón al lado, o cuatro o cinco antenas, váyanse a vivir durante diez años a dicho inmueble, con su señora o esposo e hijos... Y que Dios los ampare.

Y si estoy vivo para entonces, Dios también lo quiera así ,cuéntenme como les va la vida, yo no les deseo mal alguno, créanme, ni a ustedes, ni a sus familias, solamente quiero que se haga algo; pero ya... En torno a este tema... Por la nueva generación que crece, por conciencia, por lealtad con los que le votaron, por ética... Sí, ética...

Aunque saben una cosa.. En el ambiente huelo el tufillo de que todo este problema, no se soluciona simplemente por una cuestión de dinero, les explico:

Imaginen ustedes que de una vez y por todas se llegase a aceptar que estos campos de energía matan a largo plazo... Imagínenlo, por un instante...

¿Cuánto dinero se tendría que gastar en reubicar y acondicionar los nuevos emplazamientos de dichos torreones y de dichas antenas?

¿Cuántas indemnizaciones se tendrían que pagar a los familiares de las víctimas y a los que padecen sus males?

Asusta verdad, esto se lo digo ahora a los altos directivos...

Texto dedicado a ti que en silencio muerdes la miseria que otros no son capaces de limpiar, por cobardía, por insolidaridad, porque aún no les toca el tema de cerca...

Una recomendación... Vean esta película: "Su distinguida señoría" de Eddie Murphy...

Quizas muchos de ustedes, políticos y ciudadanos, se vean representados.

Foto de mi álbum personal.

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