“Y si en tu playa yacieran mis ilusiones…
No quisiera que mi cuerpo navegue
en el mar de las contradicciones
guárdalo en el ataúd de las nobles razones
y entiérralo en mi país natal”
Extraído de mi poema “En una orilla del instante.”
y dedicado a las víctimas de esta tragedia.
Con una breve introducción, a modo de diáfana salutación, este pasado viernes 29 de julio, en Arucas, en una tarde-noche de agradable ambiente veraniego, el director de la asociación cultural Salsipuedes, Don José Gilberto Moreno, daba las gracias a los asistentes a la representación teatral “Yo viajé en el Valbanera”, en definitiva, al pueblo llano, que vinieron de todos los lugares de la isla de Gran Canaria y hasta de otras islas (como lo son las hermanas de Tenerife y Cuba) desbordando nuevamente las previsiones de aforo, como pasara el jueves 28 y en el pasado 2010 en “El misterio del Valbanera.”, para disfrutar de una propuesta histórica-cultural (en este aspecto el teatro se torna fiel transmisor de la cruda realidad histórica de los menos afortunados: La gente humilde), propuesta cultural a la cual califico, lo afirmo de auténtico corazón, y cuantos han asistido estarán de acuerdo conmigo, de: ATRACTIVA porque en cuanto a forma (desde el atrezo hasta la trama en si misma) y a fondo (porque el tema tocado es desde el punto de vista ético una asignatura pendiente con las gentes humildes que aún duermen su sueño eterno en los fondos marinos de Cuba) no tiene desperdicio ninguno, se los garantizo, ninguno; SEDUCTORA porque han sabido ambientarla y promocionarla; ENTRAÑABLE por las connotaciones implícitas; DURA en la experiencia vital (en este caso alimentada de la cruda realidad histórica) de los asistentes, los cuales, tanto hombres como mujeres, no pudieron contener las lágrimas en ciertos momentos de la representación, y al mismo tiempo AMENA porque los toques de humor dentro de la crudeza de la trama sazonaban la concentración a la que llegamos todos dentro de aquella hacienda cubana, en ese preciso momento, revestida de la etérea transcendencia ambiental de los años treinta; que está INSUPERABLEMENTE dirigida por un hombre, Don Gilberto, me reafirmo una vez más en mi idea, que sabe mover la cultura, que la vive, la respeta, la sabe promocionar y que sin dudarlo la lleva en vena al igual que sus compañeros actores y músicos; MAGISTRALMENTE interpretada por unos actores que se autocalifican ellos mismos de: “aficionados…”, pero a los que yo reconozco como unos actores profesionales; BIEN COORDINADA desde el control técnico; BIEN DOCUMENTADA desde la asociación Salsipuedes, trabajo de documentación con el que rinden un merecido homenaje a la emigración, canaria o no, y a las víctimas del naufragio; MELODIOSAMENTE ambientada y ejecutada con música en directo por un acordeonista, un violinista, un guitarrista…; RESPETUOSAMENTE seguida por los asistentes, pues tan grande representación no pudo tener mejor público.
Y seguidamente, antes de entrar en materia, Don Gilberto referenció distintas entidades y personas por variados motivos: La primera, por orden de llegada en el verbo, fue la gasolinera B.P. de Las Vegas de Arucas, por ceder el alpendre donde se llevó a cabo la representación teatral. Al Ayuntamiento de Arucas y a Don Juan francisco Padrón por su colaboración. A Camino Viejo producciones por ceder un grupo de músicos para que la música se tocara en directo. A Eduardo Vera, Jefe submarinista, único canario que ha visto los restos del Valbanera hundido, para el cual se pidió un aplauso. Al escritor Alejandro Dieppa y al actor Pepe Batista, que siempre han hecho referencia en sus campos al Valbanera, también, y venido de Tenerife a Don Federico Pérez que está haciendo un documental sobre dicha realidad histórica, a Nati, de Camino Viejo producciones, por su respaldo…
y para finalizar el director da las gracias a los miembros de la banda que amenizó el desarrollo de la obra: José Henríquez, Ernesto, Oscar Afonso y Miguel Peñate dirigidos por el acordeonista Miguel Afonso.
Comienza la introducción a la obra con el sonido del acordeón, a los cuales les siguen el resto de instrumentos, que hacen bailar en el pentagrama las notas musicales que lo adornan, y al finalizar la escogida melodía el sonido acompasado de unas chácaras y un tambor, pintaderas musicales de nuestra esencia isleña de tanta significación para los habitantes de esta siete islas y las otras, rodeadas de mar o no, que están al otro lado del Océano Atlántico, dan paso al pequeño documental que comienza de la siguiente manera:
"A finales del siglo diecinueve, y las primeras tres décadas del siglo veinte, cientos de miles de jóvenes procedentes de las siete Islas Canarias se embarcaron en una de las más grandes aventuras protagonizadas por su población.
Huyendo de la peor crisis económica de su época y alentados por los aires de prosperidad y fortuna que venían de la nueva nación cubana no dudaron en dejarlo todo para tomar las riendas de su propio destino al otro lado del Atlántico…”
La experiencia personal de los padres de Andrea Josefina del Pino Suárez (Natividad Suárez y Sebastián del Pino López), que viajó en el vientre de su madre, allá por el mes de septiembre de 1919, y que junto a otros, más de setecientas personas, desembarcaron en Santiago de Cuba se suma a las diferentes razones por la cual muchos no prosiguieron su travesía.
Una de las anécdotas más irónicas desde el punto de vista vital es la de Pedro Tocino, procedente de la isla de La Palma, al cual se le escapa el barco por estar bebiendo ron o cerveza en una taberna (La ironía es que el alcohol sustancia que corroe el cuerpo y mata es lo que le salva la vida en ese momento).
Y al finalizar el reportaje, suena nuevamente la música, y tras finalizar la pieza escogida, con un tintineo de campanillas, todo en escena cobra vida: la escogida luz, la llegada de los personajes a esa reunión de los supervivientes… porque es en el transcurso de una de estas reuniones de “Isleños”, como así eran llamados los canarios en Cuba para diferenciarlos de los peninsulares, y descendientes de “Isleños” donde se desarrolla la trama de la obra; pero no piensen que les contaré el dialogo al milímetro, ni les describiré las expresiones de cada uno de los personajes y hasta el inesperado desenlace…
¡Ufff, qué desenlace Dios mío!
No, no lo haré para que en los nuevos lugares donde, si todo marcha como se espera, se representará dicha obra (Dos de los que tengo constancia ya son Moya y Telde), puedan disfrutar con el buen hacer cultural de unos aruquenses que viven el teatro…
Enhorabuena a todos…
Dar las gracias:
A la Asociación Cultural Salsipuedes de Arucas, un ejemplo a imitar, por su nueva apuesta histórico-cultural (a que esperan los productores cinematográficos para llevarla al cine, los actores ya los tienen), a Don Gilberto, su director; pues pone cada vez más alto el listón, un lujo tenerlo como ejemplo, a los Ayuntamientos de Arucas, por respaldar una propuesta cultural de tal calado, de Telde y Moya, (y a los que lo hagan más tarde) por apostar por la creatividad isleña, esto los dignifica…
Sólo me resta por decir:
¿Para cuándo un próximo proyecto teatral?
Alejandro Dieppa León.
