El Poder, enamorado de La hermosa Cultura, una hembra, alta, elegante, de cabellos negros, ojos brillantes, pechos turgentes y estilizada figura, enhebró los hilos, a su antojo, para acostarse con ella aquella noche idílica de luna llena.
—¿Me amas? —preguntó cuando deslumbrada con los fuegos de artificio de aquel Maquiavelo sucumbía a sus encantos en el lujoso apartamento de New York.
—Mucho más que a mí mismo —mintió, pues era primo hermano de La Farsa y sobrino de La Ambición.
Pasaron dos legislaturas, en las cuales La Cultura hizo que destellara con fulgor la mediocridad del altivo caballero con el que se había casado; pero, un día invernal, El Poder se cansó de asistir a los actos poéticos, espectáculos líricos, presentaciones de libros, obras de teatro… En definitiva, se cansó de La Cultura, aquella esposa que le había hecho llegar a lo más alto de su vida política, y al finalizar uno de estos eventos, casi en el ocaso de aquel lujoso brindis, fue deslumbrado por una pareja bisexual formada por dos atractivas señoritas, una de ellas llamada Mentira, antigua amiga conocida en un prostíbulo, y la otra Codicia.
A partir de aquel día El Poder cambio, radicalizó su arrogancia, lustró la falta de ética sin pudor, y el pueblo, legítimo ente que lo colocó en su altar, penalizó su forma de vida.
—Amor mío. Necesito tu ayuda; pues sin tu destellante figura no ganaré las próximas elecciones —rogó falsamente mientras acariciaba a La Cultura sabiendo que ella, pariente lejana del Ego, sucumbiría a sus encantos y así fue.
Llegado el día de recuento de votos, El Poder perdió las elecciones, y a su esposa; pues ésta se había enterado del trío formado con aquellas dos aborrecibles arpías que La Ética desprecia y repudia. Y cuentan que desde entonces la persigue intentando engatusarla, seducirla una vez más, seducirla, pero ésta huye de él como el gato se aparta del agua.
Reflexión:
¡Qué pena me dan aquellos que tratan de utilizar la CULTURA para llegar al poder, o mantenerse en él!
Alejandro Dieppa León.
Este cuento está inspirado en la contemplación del retrato del pintor Gran Canario Himar Suárez.
Este cuento está inspirado en la contemplación del retrato del pintor Gran Canario Himar Suárez.
Todo un lujo artístico nacido en esta tierra canaria.
La ilustración que encabeza este cuento es un cuadro suyo.
La ilustración que encabeza este cuento es un cuadro suyo.
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