En esta época de la historia de la humanidad que nos ha tocado vivir,
estoy seguro que estarán de acuerdo conmigo en la siguiente afirmación que
seguido les expongo, por eso no tengo temor, ni duda, al expresarla, existen variados tipos de seres humanos ataviados de
distintos trazos de personalidad que se forjan en disímiles periodos de coexistencia, a duros golpes de
martillo sobre yunque dentro de la variopinta cantidad de fraguas, lugares
físicos, a las que hemos llegado, por simple casualidad o circunstancias; para
que el fuego, elemento que ablanda la masa emocional, y el agua, elemento que
la tiempla de forma sorpresiva, nos pongan a prueba con la intención de
meditar, ataviados de efímera paciencia, en el transcurso del tiempo, si somos
lo suficientemente fuertes de espíritu para afrontar nuestra existencia con
dignidad, valores y principios. Fraguas del Ser que se encuentran esparcidas
por toda la orografía del taller de vida, globo terráqueo por donde nos movemos
en cuasi armonía con el medio que nos rodea, donde esculpimos, día a día,
meditando los golpes de martillo sobre la cabeza de cincel que damos, la piedra
bruta que somos y la piedra cúbica en la que deseamos transformarnos para
cuando llegue el momento de abandonar este mundo nos marchemos de él
satisfechos del aprovechamiento del espacio-tiempo que nos tocó trabajar.
Espacio-tiempo que este pasado, 15 de mayo de 2018, dentro de la iglesia
de Montaña Cardones, Arucas, se me mostró lúcido justo cuando el párroco, Don
Ambrosio, en el transcurso de la pequeña homilía dada durante la Santa Misa
ofrendada a San Isidro Labrador, tomando como ejemplo la vida de este Santo,
nos invitó a reflexionar, a través de los pequeños trazos de personalidad
extraídos de su ejemplar biografía, sobre que es la santidad en sí misma y
dónde se encuentra ésta en el taller de vida por el que transitamos y para ello
nos invitó a entrar en la fragua de nuestra conciencia y a pequeños golpes de
martillo sobre yunque esculpió la verdad de la sencillez ataviado de la razón
en la palabra dada. Eco que resonó en mis tímpanos hasta el final de la misa,
momento en el cual la iglesia se vistió de los elementos necesarios para que el
pintor, acuarelista, y sin dudarlo caleidoscópico Juan Martín, hijo natural de
cardones, se preparara para dar el pregón al cual nos había invitado a mí y a
mi esposa, como también a muchos de los allí presentes, sin obviar que Cardones
se me muestra, y no es la primera vez que asisto a uno de sus actos festivos para
afirmarlo –recuerdo el año que
acompañamos a Felipe Juan, esposa e hijo en una de sus actividades–, como
una comunidad muy solidaria y comprometida, certifico que la iglesia estaba a
reventar, con sus tradiciones e hijos que ha parido en distintos periodos de la
historia, tanto sean éstos humildes de espíritu y procedencia como San Isidro o
enfáticos y abnegados en sus trayectorias profesionales como cualquiera de los allí presentes .
Espacio-tiempo que cuando todo estuvo preparado para que el pregonero se
pronunciara en plena libertar, consigna expresada por los integrantes del
comité de fiestas, a los cuales felicito desde estas francas líneas, se me
mostró: Conmovedor cuando la entrecortada voz del orador, en distintos periodos
de su preámbulo, al recordar la esencia materna y la visión, futurista, de su
maestro José Luis Marrero, se emocionó con aplaudidos instantes de silencio. Ameno
cuando, el hijo natural de Cardones, Juan Martín, enhebró en el telar del
recuerdo anécdotas, una de ellas referente a la particularidad de que fue
bautizado dos veces, gratificantes a los oídos de los que asistimos a este
pregón atípico; pero entrañable. Sorprendente cuando, como si de un prestidigitador
se tratase, el acuarelista, se saca del bolsillo izquierdo de su chaqueta uno
de sus pinceles, lo esgrime como si de una pluma mágica se tratara y con mirada
firme se dirige a los asistentes y les expone con toda sencillez: “Yo me expreso mejor con el pincel que con la
palabra”; sin obviar el cambio de giro, espectacular, cuando el pregonero
se aparta del atril donde su oratoria se debatía entre la emoción y la
responsabilidad y recoge de una parte de la iglesia todos sus útiles de pintura
los extiende, como si de la calle se tratase, y comienza a pintar una acuarela
con trazo firme, exhalando todo su arte con escogidos toques de verde,
marrones, etc, sobre una esquematizada Montaña de Cardones acompañado de las
melodías interpretadas por dos músicos, uno al timple, Luís Suárez, y otro a la
guitarra, Manolo Pérez, magníficos músicos e hijos los dos también como él, de
Cardones, a los cuales se les unió una voz muy de la tierra, la de Davinia Padrón
como ella subrayó, que supieron amenizar el proceso creativo-pictórico en
directo de un cuadro que al finalizarse expresó toda la esencia llena de
humildad de un paraje de nuestra isla Gran Canaria que el tiempo va forjando
con el calor que se desprende de los rayos de nuestro sol y templando con el agua
de lluvia caída para producir seres humanos de una sencillez notable como la de
Juan Martín que abofetea la arrogancia de todo aquel que se adorna con este
harapo de la personalidad humana.
Sinceramente debo sintetizar, para ya finalizar esta columna, que nos
pasamos un tiempo, no puedo precisar cuánto; pues este se paró para mí y mi
esposa, gratificante que pintó, aleteando suaves trazos de pincel sobre lienzo
en mi pinacoteca mental, un gratificante recuerdo de un pregón, que aunque
atípico en su exposición, se revela como creativo y precursor de una nueva
forma y fórmula de entender y expresar los pregones.
Alejandro Dieppa
León.
Por un mundo mejor,
por una sociedad más justa.
Fotos de mi álbum personal.
Muy amable queriendo amigos, fantástico artículo del PREGÓN
ResponderEliminarGRACIAS...
Gracias a ti por invitarme Juan Martín y gracias por demostrar que la sencillez de trazo es garantía de un mundo mejor...
EliminarEntrañable artículo dedicado al pregonero de Cardones, Juan Martín. Felicidades a los dos y al pueblo de Montaña de Cardones. Un saludo cariñoso.
ResponderEliminarRosario Valcárcel es un placer que una escritora de tu talla y trazo nos aliente a seguir en el camino de la cultura. Un lujo y un abrazo fraternal a León Barreto y a ti...
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