No sé si alguna vez, querido lector, usted ha paseado por las entrañas de una feria literaria o “del libro”, esté último añadido por si prefiere una denominación más al uso. Yo, por supuesto, como deducirán he visitado más de una, dentro y fuera de la isla, a lo largo de mis ya muchos años de vida en este, como mínimo, espeso mundo que nos ha tocado en suerte y les puedo aconsejar por si no fuera el caso que las visiten, que las visiten y las vivan sería más recomendable; porque una feria literaria o “del libro” se tiene que sentir, paladear y hasta masticar para luego digerirla en casa, muy despacito, en el sofá de los recuerdos… Ah, y si lo hacen en compañía de sus hijos mucho mejor; pues los menores crecerán con el bonito recuerdo de aquella feria que visitó con sus padres aquel entrañable año, de cuantos escritores conoció aquella tarde o mañana y de cuantas vivencias se guardaron en su joven banco de memoria y que ahora que son mayores les sirven para ser mejores personas, padres y educadores, y quizás hasta un ávido lector de buena literatura.
Pero para los que todavía
no se hayan decidido a visitar una feria les informo que lo habitual en éstas
son casetas: El número dependerá del tamaño del espacio dedicado a ella por parte
de la concejalía, asociación de libreros o asociación de escritores que la
organicen.
Casetas colocadas de múltiples formas geométricas todas ellas de distintos tamaños y volúmenes dentro de las cuales:
Las miles de pequeñas
librerías que pueblan nuestro territorio nacional, cara visible de una rica
realidad cultural, exponen todo su catálogo o una selección del mismo con la
intención de dar salida a toda una inversión que les permitan poder pagar los
sueldos de sus empleados; porque no se engañen en la realidad las ganancias en
la tan temida cuenta de resultados no son muy boyantes para los atractivos refugios del libro;
pero aún así estos esforzados pequeños empresarios, en su gran mayoría, siguen
luchando contra los enormes titanes de este agitado mar de la venta: Las
grandes superficies.
Las editoriales,
apostadoras a cara o cruz de un trabajo literario, de una humilde ilusión en
muchos casos –subrayemos lo de trabajo,
pues es con constancia y esfuerzo como se consigue escribir un libro–, que con
su patrimonio compiten en este duro mercado que también, aparte de exponer su
catálogo editorial, invitan a sus autores a que se acerquen más a su público o
futuro lector a través del tan afamado encuentro de autor. Espacio público
durante el cual, esto depende del escritor y personas que esperan su firma, el autor
tiene un grato intercambio dialéctico
con quien pone la confianza en su escritura, en su imaginación y en su fantasía:
En su obra.
Y no nos olvidemos de
las asociaciones de escritores, en el caso de canarias, un buen y recomendable
ejemplo puede ser la ACAE –Nueva Asociación
Canaria para la Autoedición–, que comparten intereses con las editoriales y
las librerías; pero como indica parte de su nombre son autoediciones: Inversiones
que manan del bolsillo del propio escritor). Única vía honorable y lícita con
la cual muchos autores noveles se dan a conocer.
Pero dentro de una
feria literaria o “del libro” también se pueden encontrar una variada oferta
cultural bajo carpa, a pie de calle o dentro de un recinto. Son propuestas que
hacen los organizadores del evento y éstas pueden ir desde: Una sencilla o exuberante
–en este último trazo podrían ser aderezadas
con audiovisuales– presentación de libro, una conferencia sobre algún tema
tratado en una publicación, un cuenta cuento, de un cuento ilustrado o de un
narrador profesional, que amenice la tarde a los niños, y no se engañen a los
padres también, etc. Y es en una de estas propuestas y feria literaria o “del
libro” que visité esta mañana, viernes 13 de abril, no se asusten por lo de
viernes y 13, que en este caso proponen las concejalías de Cultura y Educación
del Muy ilustre ayuntamiento de Telde, que me encontré con un evento del cual
había oído hablar; pero que nunca tuve el placer, hasta hoy, de presenciar.
Propuesta titulada: Luchalibro.
Y se preguntarán
muchos de ustedes:
¿Qué es esto de
Luchalibro?
Les explico:
Luchalibro es un
espacio, en este caso una de las salas de la biblioteca municipal de Telde,
donde se reúne un público con muchas ganas de ver la confrontación de varios
púgiles de la palabra, no del guante sangrante, sino de la palabra creativa,
que son presentados a los asistentes por un maestro de ceremonias. Luchadores lingüísticos
que se enfrentaron entre sí, respetando unas estrictas reglas, en sincronizadas
parejas de dos ataviados con unas expresivas máscaras de lucha libre americana
dentro de un cuadrilátero. Figura geométrica situada a la derecha de una gran
pantalla donde pacientemente esperaban a los participantes: Una mesa sobre la
cual había un ordenador conectado a la gran pantalla central más el tan temido
crono, dos sencillas sillas y mucha expectación por parte del público asistente.
Los jóvenes alumnos, educados y participativos, del instituto IES de Jinámar que
se había personado a ver en acción a los compañeros de instituto que se atrevieron
con una actividad no apta para cardíacos.
Actividad que
consistía en durante cinco vibrantes minutos expresar por escrito en la
pantalla central, a través del teclado del ordenador, una historia donde
estuviesen inscritas las tres palabras dadas en suerte por los organizadores.
Debo de confesar que
la adrenalina mientras se desarrollaban los combates la tenía subida, que me
hubiese gustado ser joven y participar con algunos de mis hermanos de letras en
tal evento y que en todo momento encontré en los participantes una gran
creatividad, conocimiento del lenguaje escrito así como de las partes de las
que se compone una historia, ya sea esta larga o corta, como lo son: principio,
desarrollo y desenlace. Lo cual me lleva a pensar que tienen un buen profesor
de lenguaje que les instruyen adecuadamente, pues también pude constatar que
cuando había alguna falta de ortografía se comentaba y rectificaba.
Como pueden ver es
todo un evento que complementa con acertado tino una feria del libro: La de
Telde en este caso. Una feria que se me desvela como sencilla, pero a la vez
creativa, participativa y bien orientada a la juventud. Una entorno cultural al
cual ningún teldense debería faltar, pues está en juego el prestigio cultural
de nuestro pueblo.
Mi más sincera enhorabuena a los organizadores de la feria.
Alejandro Dieppa
León.
Por una sociedad
mejor, por un mundo más justo.
Fotos de mi álbum
personal.
Visita esta primera convocatorias en las islas...
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=Uw0LbMnu_bE