viernes, 13 de abril de 2018

COLUMNA: CUANDO UNA FERIA DEL LIBRO SE VUELVE INTERESANTE.


No sé si alguna vez, querido lector, usted ha paseado por las entrañas de una feria literaria o “del libro”, esté último añadido por si prefiere una denominación más al uso. Yo, por supuesto, como deducirán he visitado más de una, dentro y fuera de la isla, a lo largo de mis ya muchos años de vida en este, como mínimo, espeso mundo que nos ha tocado en suerte y les puedo aconsejar por si no fuera el caso que las visiten, que las visiten y las vivan sería más recomendable; porque una feria literaria o “del libro” se tiene que sentir, paladear y hasta masticar para luego digerirla en casa, muy despacito, en el sofá de los recuerdos… Ah, y si lo hacen en compañía de sus hijos mucho mejor; pues los menores crecerán con el bonito recuerdo de aquella feria que visitó con sus padres aquel entrañable año, de cuantos escritores conoció aquella tarde o mañana y de cuantas vivencias se guardaron en su joven banco de memoria y que ahora que son mayores les sirven para ser mejores personas, padres y educadores, y quizás hasta un ávido lector de buena literatura.

Pero para los que todavía no se hayan decidido a visitar una feria les informo que lo habitual en éstas son casetas: El número dependerá del tamaño del espacio dedicado a ella por parte de la concejalía, asociación de libreros o asociación de escritores que la organicen.

Casetas colocadas de múltiples formas geométricas todas ellas de distintos tamaños y volúmenes dentro de las cuales:

Las miles de pequeñas librerías que pueblan nuestro territorio nacional, cara visible de una rica realidad cultural, exponen todo su catálogo o una selección del mismo con la intención de dar salida a toda una inversión que les permitan poder pagar los sueldos de sus empleados; porque no se engañen en la realidad las ganancias en la tan temida cuenta de resultados no son muy boyantes para los atractivos refugios del libro; pero aún así estos esforzados pequeños empresarios, en su gran mayoría, siguen luchando contra los enormes titanes de este agitado mar de la venta: Las grandes superficies.

Las editoriales, apostadoras a cara o cruz de un trabajo literario, de una humilde ilusión en muchos casos –subrayemos lo de trabajo, pues es con constancia y esfuerzo como se consigue escribir un libro–, que con su patrimonio compiten en este duro mercado que también, aparte de exponer su catálogo editorial, invitan a sus autores a que se acerquen más a su público o futuro lector a través del tan afamado encuentro de autor. Espacio público durante el cual, esto depende del escritor y personas que esperan su firma, el autor  tiene un grato intercambio dialéctico con quien pone la confianza en su escritura, en su imaginación y en su fantasía: En su obra.

Y no nos olvidemos de las asociaciones de escritores, en el caso de canarias, un buen y recomendable ejemplo puede ser la ACAE –Nueva Asociación Canaria para la Autoedición–, que comparten intereses con las editoriales y las librerías; pero como indica parte de su nombre son autoediciones: Inversiones que manan del bolsillo del propio escritor). Única vía honorable y lícita con la cual muchos autores noveles se dan a conocer.

Pero dentro de una feria literaria o “del libro” también se pueden encontrar una variada oferta cultural bajo carpa, a pie de calle o dentro de un recinto. Son propuestas que hacen los organizadores del evento y éstas pueden ir desde: Una sencilla o exuberante –en este último trazo podrían ser aderezadas con audiovisuales– presentación de libro, una conferencia sobre algún tema tratado en una publicación, un cuenta cuento, de un cuento ilustrado o de un narrador profesional, que amenice la tarde a los niños, y no se engañen a los padres también, etc. Y es en una de estas propuestas y feria literaria o “del libro” que visité esta mañana, viernes 13 de abril, no se asusten por lo de viernes y 13, que en este caso proponen las concejalías de Cultura y Educación del Muy ilustre ayuntamiento de Telde, que me encontré con un evento del cual había oído hablar; pero que nunca tuve el placer, hasta hoy, de presenciar. Propuesta titulada: Luchalibro.

Y se preguntarán muchos de ustedes:

¿Qué es esto de Luchalibro?

Les explico:


Luchalibro es un espacio, en este caso una de las salas de la biblioteca municipal de Telde, donde se reúne un público con muchas ganas de ver la confrontación de varios púgiles de la palabra, no del guante sangrante, sino de la palabra creativa, que son presentados a los asistentes por un maestro de ceremonias. Luchadores lingüísticos que se enfrentaron entre sí, respetando unas estrictas reglas, en sincronizadas parejas de dos ataviados con unas expresivas máscaras de lucha libre americana dentro de un cuadrilátero. Figura geométrica situada a la derecha de una gran pantalla donde pacientemente esperaban a los participantes: Una mesa sobre la cual había un ordenador conectado a la gran pantalla central más el tan temido crono, dos sencillas sillas y mucha expectación por parte del público asistente. Los jóvenes alumnos, educados y participativos, del instituto IES de Jinámar que se había personado a ver en acción a los compañeros de instituto que se atrevieron con una actividad no apta para cardíacos.

Actividad que consistía en durante cinco vibrantes minutos expresar por escrito en la pantalla central, a través del teclado del ordenador, una historia donde estuviesen inscritas las tres palabras dadas en suerte por los organizadores.

Debo de confesar que la adrenalina mientras se desarrollaban los combates la tenía subida, que me hubiese gustado ser joven y participar con algunos de mis hermanos de letras en tal evento y que en todo momento encontré en los participantes una gran creatividad, conocimiento del lenguaje escrito así como de las partes de las que se compone una historia, ya sea esta larga o corta, como lo son: principio, desarrollo y desenlace. Lo cual me lleva a pensar que tienen un buen profesor de lenguaje que les instruyen adecuadamente, pues también pude constatar que cuando había alguna falta de ortografía se comentaba y rectificaba.

Como pueden ver es todo un evento que complementa con acertado tino una feria del libro: La de Telde en este caso. Una feria que se me desvela como sencilla, pero a la vez creativa, participativa y bien orientada a la juventud. Una entorno cultural al cual ningún teldense debería faltar, pues está en juego el prestigio cultural de nuestro pueblo.

Mi más sincera enhorabuena a los organizadores de la feria.

Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor, por un mundo más justo.

Fotos de mi álbum personal.

1 comentario:

  1. Visita esta primera convocatorias en las islas...

    https://www.youtube.com/watch?v=Uw0LbMnu_bE

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