Foto en el puerto de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.
A veces cuando nos
sentamos delante de un blanco papel dedicamos infinitos microsegundos a
preguntarnos cómo estructuraremos el texto mediante el cual vamos a transmitir
nuestra idea, sentimiento, proyección filosófica o simple ilusión; sin preocuparnos,
ni tan siquiera por un ínfimo segundo, en la cantidad de noticias que se dan en
este mundo justo en el instante en el que escribimos o simplemente exhalamos un
tibio suspiro. Noticias, buenas o malas, que son recibidas por sus receptores
de una manera u otra en función de su variopinto estado de ánimo o actitud
filosófica ante la vida. Noticias: Buenas como un aumento de sueldo o malas
como una congelación del mismo, buenas como que nuestra pareja nos invita, por
sorpresa, a un inesperado viaje a cualquier parte del mundo o malas como que dicho
viaje al que nos invitó nuestra pareja se ha cancelado por adversas condiciones
atmosféricas y buenas noticias como que el cáncer que nos diagnostican es
benigno o malas como que el cáncer que nos han detectado en el cerebro es
maligno y por ende nos quedan de dos a tres semanas de vida. Mala noticia que fue
dada, sin anestesia y por sorpresa, a la protagonista, una vendedora de unos
grandes almacenes, la actriz Queen Latifah, de la película que acabo de
terminar de ver titulada: Last Holiday.
Duro impacto auditivo
para cualquier mortal…
Magnífica película,
de la cual no desvelaré ni más trama y final, lo dejo a su inquietud conocerlas,
que me ha llevado a reflexionar con este escrito cual sería la forma correcta
de comportarse ante una buena o mala noticia y la verdad es que llegado a este
punto solamente tengo una sencilla fórmula, muy personal, con la cual no sé si
comulgarán, y es la siguiente: Ante las buenas noticias degustarlas como si se
tratase de una comida en el mejor restaurante de este mundo pensando que tienen
un antes y un después, o si lo prefieren un principio o un final, y ante las
malas asumirlas recorriendo en comunión con mis pensamientos el pasillo de la
resignación para llegar lo antes posible a la puerta de la aceptación. Último
paso que debemos de dar para vivir con calidad de vida lo que nos toca en
fortuna.
Sí, con calidad de
vida…
Pero es en este mismo
instante, créanme, que intuyo lo que están pensando aquellos seres humanos que
tienen una actitud vital agresiva, y podría resumirse en lo siguiente:
“Yo, si me saco una
quiniela con ciento noventa millones, haría todo cuanto se me apeteciera:
Viajaría a todos los lugares que se me apeteciesen, sin orden ni control, comería
de lo mejor, lo mejor, sin escatimar gastos, y haría cuanto no he podido hacer
en mi anterior casuística: Decirle a mi anteriores jefes lo hijo de putas que fueron
conmigo, le devolvería ojo por ojo a quien me hizo daño y si la vida me
penalizase con el duro trago de pasar lo que le tocó en suerte a la
protagonista de Last Holiday me pondría ante un precipicio y saltaría sin mirar
tras de mí, sin pensar en aquellos que me llorarán…”
Duro impacto auditivo
para cualquier mortal, verdad…
Y me volverían a creer
si les digo que justo en este instante también intuyo lo que están macerando en
el pensamiento aquellos seres humanos que tienen una actitud vital serena, y podría
resumirse en lo siguiente:
“Yo también, si me
saco una quiniela con ciento noventa millones, haría todo cuanto se me
apeteciera: ¿Viajaría? Sí, por supuesto; pero escogiendo los lugares donde mi
mente y cuerpo se reciclen… ¿Comería? Claro que comería, pero mirando el bien
para mi salud… Y en cuanto llevar a cabo todo aquello que no había podido hacer
hasta este momento: No… No llamaría hijos de puta a mis anteriores jefes, pues
sería una pérdida de tiempo innecesaria para mi salud mental y tampoco
devolvería el ojo por ojo a quien me hizo daño porque su gesto en mi nueva vida
solo sería una brizna de olvido y en cuanto a si la vida me penalizase con el
duro trago de pasar lo que le tocó en suerte a la protagonista de Last Holiday yo nunca me pondría ante
un precipicio y saltaría, pues privaría a mis seres queridos de mi presencia…”
Sea como sea, querido
lector, tu actitud de vida ante las buenas o malas noticias son decisiones muy
personales, y no voy a ser yo quien las juzgue, por eso solamente añadiré que
si conoces una manera sana de afrontarlas o vivirlas de forma distinta a lo
expuesto en esta pequeña reflexión compártela con quien se cruce en tu camino, quizás,
quizás, sus ecos lleguen hasta éste que escribe y me sirva para mejorar su
calidad de vida y la de los que me rodean.
Alejandro Dieppa
León.
Por una sociedad
mejor, por un mundo más justo.
Foto de mi álbum personal.
Aquí tienes un enlace del trailer:
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=fBUcxMNInL8
https://www.filmaffinity.com/es/film909165.html