http://es.wikipedia.org/wiki/Siddhartha_Gautama
Gautama meditaba en el eterno cosmos y junto a él cientos de discípulos, en una formación dinámica, y conectados por esa energía invisible que une a todos los seres místicos de luz seguían sus enseñanzas transmitidas, no de forma dogmática, sino de forma que el Ser que las recibía solamente las aceptaba por: Convicción... Así durante la eternidad de la no existencia para ser un ente espiritual más puro hasta que Han Mimg, un monje Shaolin, recién llegado, paró la infinita meditación...
—Maestro, he dejado de ver tu codo derecho y esta imagen de ti me perturba...
El tiempo se contorsionó y se paró para dejar penetrar en él la voz de Gautama que de forma espiritual dijo:
—Aunque el codo no se presente ante ti, sabes que está... ¿o es que dudas de su fidelidad al cuerpo?
—No Maestro... No... —Han Ming serenó aún más su respiración—. No dudo, simplemente me perturba...
Gautama se manifestó ante él y en el vacío del infinito dijo:
—Amado discípulo, tu parte terrenal ha resentido tu fe en mí, no padezcas por ello; pues solamente el tiempo te dejará ver mi codo...
Con el paso de los milenios Han Ming pudo ver el codo de su maestro y esto sucedió porque confió en él, en su pacto, y llegó a la conclusión de que aunque no llegase a ver y tocar la figura de su maestro éste siempre estaría a su lado...
(Alejandro Dieppa León mi frase y cuento de mi serie Meditando en un templo Shaolin)
Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
por un mundo más justo.
Derechos de propiedad intelectual literarios reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.
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