Querido hijo...
SI SOMOS MONOTEMÁTICOS PODEMOS LLEGAR A ABURRIR.
Medita tus propuestas.
Medito y meditaré todas las que te ofrezco a ti, a mi esposa, a mis amigos, al pueblo que me lee...
Meditemos las que nos ofrecen formaciones de monotemáticos inquisidores que aún nos pretenden dominar con la mentira, el engaño, el miedo y la imposición de leyes no solidarias.
Cuento: Mario y su primera decisión importante...
En aquella soleada mañana de domingo el silencio, guardián impertérrito de la serenidad del durmiente, supo que la hora de diluirse era llegada cuando unos tímidos pasos entraron en contacto con el frío suelo mientras reforzaba su decisión con un ágil movimiento. Sutil susurro mañanero que cruzó el pasillo de la habitación de Mario y penetró en la de sus padres para exhalar en los oídos de Sonia un: “Tu hijo se ha despertado” que la llevó a girarse, remolonamente, hacia su esposo, pegar su boca a la oreja de éste y decirle:
—Papi —la llamada sonó fantasmal—, papi —aclaró el tono—, papi... El niño se ha levantado...
—¡Qué...! —la persistencia consiguió que Martín viajara de una paradisiaca playa donde tomaba el sol al lado de su esposa hasta la cálida alcoba donde dormía junto a ésta—. ¡Qué quieres mami!
—El niño. El niño —acentuó— se ha levantado y está en la sala.
—Ya, ya me levanto y preparo los desayunos —se giró en la cama con la intención de grabar en su memoria el agradable recuerdo de aquella playa que había dibujado el señor de las telarañas, de los sueños, en su fantasía nocturna.
Y mientras padre y madre cosían a las sábanas de su cama palabras llenas de modorra Mario, ajeno a aquella monótona conversación dominguera, ya había ido al baño para orinar y lavarse la cara, como solía hacer los días festivos, ya había asaltado la cocina, en campaña militar de abastecimiento obteniendo como botín: un bote de zumo de frutas y frutos secos y ya había levantado un pequeño campamento sobre el sofá que estaba delante del televisor de la sala, después de encenderlo y sintonizar el canal deseado, con la idea de asistir a una nueva aventura de uno de sus personajes de series de dibujos animados infantiles preferidos: Doraemon.
““Ojalá mis sueños se hicieran realidad, se hicieran realidad, porque tengo un montón...”” sonaba la sintonía de la serie mientras Martín se dirigía a la cocina.
—Sí, ojalá se hicieran realidad —carraspeó en voz baja mientras se rascaba el trasero.
—¡Hola, papi! —saludó el niño con rapidez a su progenitor según se le materializó delante de él y seguido siguió atento a lo que estaba sucediendo en el capítulo.
—¡Hola, campeón! —se acercó con la intención de investigar que se había preparado su hijo para comer—. ¿Qué quieres desayunar? —le acarició el rostro con ternura.
—Un bocadillo —la respuesta fue rápida, compulsiva, poco meditada...
—Buena elección. Marchando cocina —y puso rumbo a ésta.
Después de desayunar y de hacer cuantas cosas se les ocurrió llegó el momento de decidir, serían las nueve de la mañana, donde pasar el resto del domingo.
—Ya sabes Martín que la semana pasada no fuimos a visitar a mis padres...
—Y tampoco a los míos, cariño —suavizó el tono para no aventar mucho los flecos llenos de polvo de la manta familiar.
—Pues yo quiero ir al centro comercial a ver tiendas de juguetes —Mario rompió los anuncios de tormenta doméstica con su oportuno imperativo.
Los tiras y encoje se sucedieron uno detrás de otro hasta que Martín, mostrando su enfado en el tono expresivo dijo:
—Siempre que nos toca salir tiramos todos para el lado que más nos interesa: Tú, señaló con su mirada a su esposa, con tus padres. ¿No te parece poco pasar con ellos todos los viernes por la tarde? Tú, giró su inercia hacia su hijo, con las jugueterías. ¿Ya no te parece poco con visitarlas todos los sábados antes de hacer la compra semanal?
—Y tú —se revelaron madre e hijo...
—Sí, yo... Yo lo único que quiero es que los domingos, si no estamos descansando, lo cojamos para ir a la playa o de paseo al campo... Es como dice el escritor gran canario Alejandro Dieppa en una de sus frases de su serie meditando en un templo Shaolin: “Si somos monotemáticos podemos llegar a aburrir”.
—Tú y las frasecitas de ese escritor al que estás enganchado. Seguro que no habrá pisado ni el Tibet y escribe sus frases desde un lugar lúgubre y mal oliente —dijo Sonia ya harta de que su marido le citara una y otra vez textos y frases de aquel escritor.
—Papá, mamá —interrumpió Mario asustado por los nuevos malos presagios—. Y si ponemos en un vaso tres papeles. Cada uno con nuestro nombre y, a ciegas, sacamos uno y el que salga elegido elige donde vamos...
Madre y padre aceptaron la propuesta y llevado a cabo lo sugerido el ganador de aquel concurso fue Mario.
—Tu dirás hijo —subrayó Martín dando por sentado que su hijo elegiría el ir a un centro comercial a visitar escaparates de jugueterías....
—Sí, hijo... Tu dirás —se consagró Sonia a la virgen de la resignación.
—Papá —la seriedad del tono de voz desconcertó a sus progenitores—. Ponme en internet la frase de ese escritor al cual tanto nombras...
El padre rápidamente cargó el blog de su autor favorito y una vez mostrada en pantalla la propuesta de éste Mario leyó en voz baja la frase, la meditó unos segundos, y seguido leyó en voz alta el poema que proponía el autor...
—“Una calle, calma, elegida,
pero que tenga un puente:
Donde se medite la vida...
Donde se pacte la suerte...
Un silencio que me diga:
“Aquí anoto en tu mente
esta duda, dura, incisa,
encarnada, para meditar:
Tu pasado... Tu futuro... Tu presente...”
Mamá aunque no entienda muy bien el poema si entiendo lo que quiere decir la frase y la pregunta de la pared escrita en rojo: “Y tú?”... y esta es mi decisión.
Mamá, papá tiene razón cuando dice que vamos muy a menudo a la casa de tus padres, mis abuelos... También tiene razón en decir que yo siempre os obligo a ir a las jugueterías, pero, tú, papá, tienes que reconocer que siempre nos intentas imponer las propuestas que te gustan solamente a ti...
—Tienes razón hijo —aceptó con humildad la reprimenda.
—Por lo tanto y para no ser monotemáticos elegiremos una que nos guste a todos y que no hayamos hecho hace mucho tiempo... Y está es el ir a la playa... ¿Qué os parece?
Los padres de Mario aceptaron, orgullosos, de ver que su hijo había demostrado una madurez inusual en un niño de su edad y a partir de aquel día procuraron alternar sus rutinas para no volverse monotemáticos en sus vidas...
Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
Por un mundo más justo.
Derechos de propiedad intelectual literarios y de imagen reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.
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