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martes, 2 de julio de 2013

MI COLUMNA DEL 02 DE JULIO DE 2013. VIAJAR EN EL TIEMPO UNA EXPERIENCIA REAL EN EL GÜINIGÜADA.


Sea sincero, querido lector, y confiese que a usted se le ha pasado por la cabeza, en algún momento de su vida o en algunos más si su existencia está plagada de necesidades, la idea de vivir en otra época, ya sea esta futura o pasada, distinta en el espacio-tiempo a la que vive en este convulso siglo XXI. 

Quizás pensó que si hubiese vivido a finales del neolítico, justo en el periodo de tiempo donde se terminó de construir el megalítico Stonehenge, su existencia hubiese sido mejor debido a que: El aire no estaba contaminado por las emisiones de monóxido de carbono... Los ríos y los mares no estaban asfixiados por los incontrolables vertidos químicos que las multinacionales inyectan en las venas que transportan el agua dulce, vital para la existencia, a los inmensos (para nosotros) lagos, mares y océanos... Los bosques no estaban en fase de desforestación por la industria maderera o por las insaciables constructoras: verdaderas devoradoras de tierra fértil. Sin dudarlo estados de la naturaleza positivos para hacer grata la vida del homo "sapiens-sapiens", de mí, de usted, del resto de nuestros congéneres; pero también un periodo de tiempo en el que la mortandad era, sin miedo a equivocarme, elevadísima debido a la carencia de un sistema sanitario sólido, apoyado en los avances científicos y técnicos, que le garantizase el no padecimiento de las tan temibles enfermedades que se empezaban a consolidar en los núcleos urbanos con un número considerable ya de habitantes...

¿A que este periodo de tiempo no le parece tan atractivo ahora? 

O por el contrario pensó que si viviese en el futuro de una sociedad que ya está metida de cabeza en la conquista del universo todo le iría mejor porque usted no tendría que preocuparse por las enfermedades que tanto le angustiaban en la era de Stonehenge, porque viajaría a bordo de una nave como, por ejemplo, la descrita por Stanley Kubrick en "2001: A Space Odyssey", equipada para que su existencia física no se vea mermada por ningún imprevisto médico a los que las máquinas de carbono que somos tanto tememos; pero no se crea libre de todo mal por viajar en tal proeza de la ingeniería científica y médica, porque aún así nos acompañarían en esa conquista del espacio lo que está degradando el mundo, la tierra, la era que nos toca vivir: Me refiero a las tan temidas y ácidas emociones humanas como lo son: la ambición, la sed de poder, la intolerancia, la codicia, la lujuria, el mercantilismo, la envidia, el odio, los celos y la tan temida maldad; pues en este futuro dibujado, estoy convencido de ello, aún con todos los avances alcanzados, no nos habremos reprogramado lo que tenemos que reprogramar: nuestra masa gris para que la Liberté, la Égalité y la Fraternité aderezadas de solidaridad, altruismo y bondad puedan conseguir una existencia mejor....

¿A que este futuro también le parece no tan bueno como esperaba?

Pero existe un problema para podernos desplazar a ese pasado y futuro, o a cualquier otro que usted proponga, dibujado en este texto o en sus lúcidas y soñadoras mentes... Sí, existe uno y fundamental. No tenemos máquina del tiempo: Ni la máquina del tiempo del escritor británico Herbert Greorge Wells descrita en su novela "The Time Machine", máquina que viaja, entre otros viajes, físicamente con su piloto, a un tiempo donde los Eloi (seres humanos como nosotros) son el sustento de los Morlok (variante terrorífica del "homo sapiens"). Ni la soñada por el físico teórico, cosmólogo y divulgador científico británico Stephen William Hawking que crea, con una máquina, un portal. Principio de un túnel o por llamarlo de forma científica un agujero de gusano que permite viajar a los seres humanos, y no a la máquina en sí misma, por el espacio-tiempo, atravesándolo o sumergiéndonos en la cuarta dimensión, al tan buscado pasado o futuro...

Aunque yo he tenido la suerte de encontrar una máquina del tiempo, en el lugar menos esperado, en un teatro. Sí, querido lector, en un hermoso (porque se ha remozado recientemente) y confortable teatro, en el cual trabaja un personal encantador y profesional, que consiguió un aforo al completo (Gracias a la propuesta del magnífico conjunto de actores y figurantes pertenecientes a la tan legendaria Asociación Cultural Salsipuedes de Arucas): Les hablo del Teatro Guiniguada situado en una de las márgenes del escondido barranco del cual toma su nombre... Pero le ruego, querido lector, porque algo en mi ser me dice que lo está pensando, que no me trate de loco, se lo ruego por el arquitecto del universo, si le afirmo con más exactitud que este pasado sábado 29 de junio del 2013 tuve la fortuna (grata fortuna, gracias a un amante y defensor, con hechos, de la cultura en toda la extensión de la palabra, D. José Moreno, Director del Salsipuedes), tanto yo, como el resto de los asistentes (ellos son mis testigos, pues ellos me acompañaron en esa gratificante experiencia), de viajar en el tiempo gracias a Ambrosio, que viste de marrón claro y bebe "Royal Crown", y a Tomás, que viste de gris y exhala un carácter compulsivo. Dos jóvenes, barbados, buena gente, que vivían su plenitud juvenil allá por 1968, en Arucas (año en el que yo cumplía seis años a muchos kilómetros de distancia de tan hermoso entorno). Una fecha para ellos y para mí fundamental; porque es cuando a Ambrosio se le ocurre llevar una pequeña máquina (él, en ese momento, no sabe para qué sirve), robada de las instalaciones de Unelco por un conocido, previo pago, parecida a un mando de coche de juguete actual para mostrársela a su gran amigo Tomás...  Máquina que al manipularla los transporta a una fiesta de mujeres que se está celebrando en el 2012, amenizada por una banda musical que toca, "Los Sixtys", música, entre otros, de los Rolling Stones o los Bravos, con un sonido, bien ejecutado, compacto, que emocionó mi ser e hizo que mis recuerdos se enhebraran en las neuronas de mi cerebro dibujando emociones e imágenes que tenía olvidadas. 


¡Qué gratos recuerdos infantiles!

Fiesta en las que entablaron relación con dos jóvenes féminas: Yésica, a la cual le encantan las faldas cortitas, y "Güaci" (Diminutivo de Güacimara: nombre prehispánico que en 1968 nadie pondría a una de sus hijas por miedo a los tan temidos grises bien caracterizados por los dos que aparecieron en escena), la cual luce con orgullo un hermoso tatuaje en su brazo derecho, cosa que le parece aberrante a Ambrosio. Joven fémina que resultaría ser la hija de Tomás y que gracias a ese inesperado viaje en el futuro salva la vida de su madre consiguiendo con este hecho que sus padres se junten y la tengan a ella...


Sí, este fue el viaje en el tiempo al que asistí y no me arrepiento de haberlo hecho porque dos horas de teatro, de BUEN TEATRO: Bien interpretado tanto por parte de los músicos, los actores principales y los figurantes; además de bien ambientado en iluminación y sonido por el equipo técnico, se me pasaron en dos minutos (era un comentario muy recurrido al finalizar la obra) y es que cuando una propuesta teatral consigue ésto es que ha sabido calar en el público asistente y eso sin lugar a dudas es todo un: EXITO.

Espero que otros teatros tomen en cuenta esta propuesta para que más ciudadanos corrientes como yo puedan disfrutar de un emocionante viaje en el tiempo.

Enhorabuena a la Asociación cultural Salsipuedes de Arucas y gracias José Moreno por tu altruismo...


Alejandro Dieppa León.



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