martes, 22 de diciembre de 2009

ARUCAS: CIEN AÑOS DE HISTORIA, UNA SOLA IDEA.


Con el título: “Este sábado, actividad cultural en la Iglesia de Arucas” llegó a mi correo un e-mail enviado por mi querido amigo el acuarelista y alfombrista Juan Martín, dentro del cual venía adjuntado la foto de un cartel, en archivo “JPG”, que promulgaba la celebración de la construcción de la iglesia de Arucas, o “Arehucas” en lengua prehispánica, con un contundente eslogan: Un siglo de iglesia, cien años de historia”.

Cartel en el que también se daba cumplida información de la fecha y hora de celebración de dicho evento, las 21 horas del pasado 19 de diciembre de 2009, además del lugar escogido para tal solemnidad en forma de obra de teatro llevada a cabo por la Asosiación Cultural Salsipuedes dentro del mejor enclave que se pudiese encontrar en Arucas: El interior de la propia iglesia.

Primera vez en canarias que se autoriza un evento de esta índole en las entrañas de un templo cristiano” se resaltó al final del mismo.

Evento que comenzó a ponerse en marcha con la decoración parcial de parte del interior de dicha iglesia: Una vez acabada la Santa Misa, bajo la atenta mirada de los cientos de aruquenses allí congregados, además de los foráneos invitados al acto como yo, no es el caso de mi esposa; pues ella es aruquense de pura cepa y nieta de un personaje tan entrañable en esta ciudad como lo fue: “Meme el barbero”. Periodo de tiempo, sigo, en el cual los allí reunidos permanecimos expectantes, observando detenidamente todos los movimientos de los responsables de montar el escenario para tal ocasión. ¡Por cierto! maniobra llevada a cabo con pulcra maestría y magistral diligencia.

Al final: Quedó montado, al lado del pulpito, un panel de diapositivas donde se expresaría, en forma de imágenes, el esfuerzo continuado para levantar el templo en un periodo tan extenso para los mortales como son cien años, no así para la incansable cronista de nuestra realidad, la vida... Quedaron colgadas también de las paredes unas cuerdas ataviadas de papeles de colores que resaltaban el aire festivo... Quedó la escalinata de subida al pulpito alfombrada con un tapiz monocromático, además de otros pequeños detalles... En definitiva todo quedó listo para el comienzo...

Una vez apagadas las luces, a oscuras, una música celestial dio paso a la presentación del prólogo del cronista oficial de Arucas escrito para tal oración.

Un prólogo interesante, cargado de datos históricos que no sonó recargado, sino que más bien supo a poco, a muy poco.

Ya finalizado el prólogo, salen a escena los primeros actores, cuatro hombres, que simbolizaban a mi entender el esfuerzo físico empleado por los labrantes de Arucas para llevar a cabo la idea utópica de unos pocos visionarios: Una iglesia que fuera orgullo de los aruquenses.

Hombres acompañados por Juan Martín hasta un cierto punto; pues éste no siguió la trayectoria de los mencionados penetrando en el improvisado escenario, porque él, trazando una línea recta hasta mi posición, alcanzó un pequeño espacio habilitado a mi izquierda, dentro de la iglesia. Lugar donde tenía por cometido confeccionar una alfombra de arena en el tiempo que durara la obra de teatro. Ardua y difícil tarea, créanme, porque la misma se llevó a cabo casi a oscuras; ya que este maestro de tan difícil arte solamente se iluminaba con una simple linterna de espeleólogo colocada sobre su frente para concluir con su faena artística, ajeno siempre a la trama de la obra, cuya dinámica, movilidad de los personajes y la continua sorpresa escénica con situaciones de la vida cotidiana de la época representada mantuvo el ambiente hasta el mismísimo final.

Obra que recogió la forma de vestir, sentir, vivir y hasta de pensar recorriendo en distintas situaciones la historia aruquense, a través de la vida de un personaje central, transformado en cada acto por el paso del implacable tiempo, personaje llamado “María Ladrillo” mujer que pasó toda su vida visitando la iglesia, trabajando para ella... Todo esto resaltando también en la obra, entre otros, la labor de los párrocos con la buena calidad escénica de distintos actores a excepción del último en santificar la Santa Misa dentro de tal monumento; pues éste se representó a sí mismo. No por lo dicho dejaré de nombrar a D. Francisco Gourie Marrero (1857–1931), político tantas veces mentado en el primer acto que fue militante en las filas del partido de D. León y Castillo y que dedicó parte de su vida a embellecer Arucas, entre otros detalles, donando unos jardines y potenciando la construcción del más famoso templo católico dentro de la isla de Gran Canaria, cuya primera piedra se colocó en el año 1.909.

Resumiendo un plantel de actores más de cuarenta, niños, mujeres y hombres y una trama escénica bien hilvanada, bien coordinada que dejó satisfecho al público asistente.

¡Qué pena!; pues yo dentro de cien años no podré estar presente en la próxima celebración. Así es la vida. Espero que algún descendiente mío tome este testigo y se persone por mí cuando llegue la próxima y disfrute en ese futuro de un evento tan magnífico como el que yo he tenido la suerte de presenciar.

Añado a lo escrito mi más sincera enhorabuena a la Asosiación Cultural Salsipuedes; pues su profesionalidad amateur no tiene nada que envidiar a la mejor representación teatral de este país... Gracias por dejarme pasar un tiempo de compas gratificante en estos períodos de hastío que nos ha tocado vivir.

Fotografias cedidas para este artículo por el acuarelista y alfombrista aruquense Juan Martín. 19 de enero de 2009.


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