jueves, 20 de febrero de 2020

FRASE Y CUENTO: LAS GAFAS DE JOHN.


My friend John…

La Gnosis es el estado de autoconocimiento que me recuerda que la materia es solo un vehículo que utiliza la energía vibratoria para perfeccionar su esencia cuántica antes de reconocerse como el TODO.

Medita…

CUENTO: Las gafas de John.

Aquel día amaneció como todos los de esa estación con un cielo vestido de grises que presagiaba, como mínimo, una leve llovizna, por eso John aceleró el paso para llegar lo antes posible al colegio al que tanto le gustaba asistir: El “Winchester College”, que se levantaba orgulloso de su sapiencia dos calles más abajo del parque que cruzaba justo en ese momento. Aventura diaria, de lunes a viernes, que este niño de doce años vestía, mentalmente, de distintos personajes: piratas, exploradores, zulúes, indios, vikingos, aborígenes canarios, etc., que extraía de sus múltiples libros de aventuras leídos de manera ávida, cada tarde después de hacer los deberes diarios y cenar.

― Mire usted Míster Green, como experto en la materia, a ver si encuentra de una vez el dichoso escarabajo verde que llevamos buscando desde hace semanas por este angosto sendero... ―arengó a su habitual amigo imaginario de caminata en voz alta.

Como era de esperar, su amigo le contestó mentalmente que hacía todo lo posible por localizarlo, pero que si él ponía un poco de su parte lo lograrían antes.

Alentado por las palabras de Míster Green, se fijó más de la cuenta en el suelo pisado, paso a paso, y sorprendido por un brillo inesperado fijó su sentido de la vista sobre unas gafas, color cobre, medio enterradas entre la arena y la hierba. 

― Míster Green, Míster Green… ―paró en seco con su llamada la caminata de su amigo imaginario―. Mire qué tesoro tan inesperado nos ha traído la fortuna.

Como era de esperar, su compañero de caminata le quitó importancia al hallazgo de John y éste no haciéndole caso desenterró las gafas, las limpió y mientras le quitaba la arena de las patas de la misma se dio cuenta que no tenía cristales; pero que, sin embargo, el conjunto arquitectónico de aquellas le restaba importancia a este pequeño detalle anatómico.

― ¿Qué tal me quedan? ―Pregunta contestada con un insistente: “Si no nos damos prisa vamos a llegar tarde”.

El día de colegio transcurrió como todos los anteriores, conforme a lo planeado por sus profesores, por eso éste dio como resultado una jornada de estudios: amena, didáctica y sustancial para toda aquella mente capaz de aprovechar todo lo que no alimenta al cuerpo; pero si a la masa neuronal de un niño con muchas ganas de aprender. 

Al llegar la noche justo después de terminar los deberes y tomar la cena, acurrucado entre las sábanas, John recogió de la mesilla de noche aquellas gafas que se encontró de camino a la escuela. Volvió a examinarlas bien, con más intensidad de lo normal, hasta que ni corto, ni perezoso, se las colocó siguiendo un inesperado impulso instintivo. John se dio cuenta que le quedaban algo holgadas, grandes; pero según trataba de ajustarlas se percató de que éstas se iban adaptando poco a poco a su estructura facial.

― ¡Córcholis! ―Espetó, sorprendido, mientras se levantaba de la cama rápidamente con la intención de encender la luz y mirarse al espejo de su habitación. Y cual no fue su sorpresa que justo al verse reflejado en el espejo no le desagradó el aspecto físico adquirido con su nuevo look, por eso le restó importancia a que aquellas gafas de extraño comportamiento no tuvieran cristales, ni graduados, ni sin graduar, y siguiendo la estela de su naturaleza se acostó de nuevo en la cama, agarró el nuevo libro de aventuras sacado de la biblioteca ese día, “Las aventuras de Tom Sawyer”, abrió la primera página y según comenzó la lectura se dio cuenta de que ya no estaba en su habitación, además de percatarse también de que cuando leía alguna parte del texto donde el protagonista hablaba o hablaban de él, John lograba tele transportarse al tiempo y espacio físico donde se encontraba Tom Sawyer para vivir en primera persona lo acontecido al personaje principal, pero si en el texto escrito por Mark Twain en su libro no aparecía Tom Sawyer, John también lograba tele transportarse al tiempo y espacio físico donde se desarrollaba lo narrado; más en este caso solamente lograba tomar la apariencia de un fantasma. Vestimenta etérea la cual le otorgaba el privilegio de ver a los personajes interactuando los unos con los otros, sin que a éstos les afectase o sintieran su fantasmal presencia.   

― ¡Jo, qué guapo! ―Cerró de repente el libro.

John, si ya era un niño inteligente y expresivo, aumentó aún más sus cualidades personales y humanistas con cada experiencia adquirida con este método de lectura virtual hasta convertirse en un adulto que miraba la vida con otra conciencia, con la suya, puesto que aquel par de gafas, que nunca se quitó hasta su muerte, le desveló el lugar donde se encuentra la verdadera esencia de la vida: en la gnosis, en el autoconocimiento...



Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
por un mundo más justo.

Frase y cuento de mi serie: Meditando en un templo Shaolín.
Fotomontaje de mi álbum personal.


Derechos de propiedad intelectual reservados y de autor: Alejandro Dieppa León, España, Islas Canarias, Gran Canaria.

2 comentarios:

  1. Interesantísimo. Muy ameno y muy didáctico. Muchas gracias por compartirlo. Un abrazo muy fuerte.

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  2. Gracias Carlos González Sosa por tu valoración... Un fuerte abrazo fraternal

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