Salí de Ítaca acariciando el mar
y me abandoné en el atardecer,
del sutil silente placer,
del que aja su inmaculado altar.
y me abandoné en el atardecer,
del sutil silente placer,
del que aja su inmaculado altar.
Añoré, en mi cadencia, al meditar
si volver a mi tierra en anochecer;
para en el tacto de la aurora romper
la maldición que me obliga a navegar.
si volver a mi tierra en anochecer;
para en el tacto de la aurora romper
la maldición que me obliga a navegar.
Cantos de nereidas no quiero escuchar,
aliadas de la locura y responder
al despiadado Poseidón; para defender
la cordura, y la razón, del cristalino vagar...
aliadas de la locura y responder
al despiadado Poseidón; para defender
la cordura, y la razón, del cristalino vagar...
Déjame, ¡Oh, Zeus!, volver
a cuidar de mi noble mujer
y del hijo que quiere torcer
el negro aliado del despojar…
a cuidar de mi noble mujer
y del hijo que quiere torcer
el negro aliado del despojar…
Para cuando llegue poder atravesar
con el arco del trascender
y con verdades responder
al que en Ítaca no me deja tranquilo morar.
con el arco del trascender
y con verdades responder
al que en Ítaca no me deja tranquilo morar.
«Habla Ulises»
Añado... En la esperanza está mi futuro y en el horizonte mi fe...
Fotos de mi álbum personal.
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