martes, 8 de diciembre de 2009

CUENTO: MI AMIGO MUMU.

Había una vez un niño que vivía en una casa de esas que tienen tres habitaciones, cocina, baño, salón, garaje y desván en la parte superior de la vivienda, en el cual sus padres guardaban todos los trastos inútiles y, aún así, les sobraba espacio para que su hijo jugara holgadamente.

Al niño no le faltaba de nada dentro de su entorno familiar, excepto una de las cosas más importantes de este mundo: Amigos… Por eso Nacho se había buscado uno imaginario al que cariñosamente llamaba Mumu.

– Mis padres hoy tampoco pueden jugar conmigo. Será mejor subir al desván – solía decir a menudo el niño a su amigo imaginario.

Cuando Nacho entraba en aquel lugar de la casa parecía como si el tiempo se parara y una mañana, o una tarde nublada, las vivía como si hubiesen pasado años de felicidad.

Mumu... He oído decir a mi madre que pronto tendré un hermanito. ¿Qué haremos cuando llegue? – le dijo por sorpresa a su amigo un soleado día de verano.

Asustado por la llegada del hermano, el amigo imaginario aconsejó a Nacho emprender una excursión al lugar secreto donde: El niño y su padre solían jugar en los primeros años de su vida, por eso éste entró a hurtadillas en la cocina y abasteciéndose de todo lo necesario lo guardó en la mochila del colegio. Saliendo, posteriormente, al jardín y de allí, por la parte trasera de la casa, al barranco que había detrás de ésta.

Antonio. Sube al desván y dile al niño que baje a comer – gritó la esposa desde la cocina.

¡Voy cariño! Termino de limpiar este cristal y subo enseguida – contestó su marido desde el salón.


El padre, al comprobar que su hijo no se encontraba en su habitual lugar de juegos lo buscó por el resto de su hogar y más tarde por todo el jardín…

Mientras, en una de las márgenes del barranco donde el niño y su amigo se habían refugiado Nacho charlaba con Mumu.


Tus padres no te quieren. Si te quisieran no hubiesen mandado a buscar un nuevo hermanito.


¡No, Mumu! Ellos me quieren. No te das cuenta que la única razón por la que mi hermanito viene es porque no quieren que esté solo.


Nacho, cuando tu hermano nazca yo desapareceré y entonces sí estarás solo de verdad. ¿Dime? ¿Quién jugará contigo? Tu padre desde hace tiempo no lo hace porque llega cansado del trabajo y tu madre se dedicará en cuerpo y alma a tu hermano pequeño…


En la vivienda la histeria se había apoderado de los padres de Nacho; pero entonces, al padre le vino el recuerdo de donde llevaba a su hijo a jugar cuando era más pequeño.


Teresa, tranquilízate… Pues ya sé donde puede estar nuestro hijo – comentó con esperanza.


El matrimonio salió corriendo como alma que huye del diablo en dirección al lugar indicado por el padre y allí encontraron a su hijo hablando solo.


Mamá... Papá... ¿Quién os dijo que estábamos aquí? – preguntó el niño sorprendido.


Madre y padre se abrazaron a Nacho con ternura y, a partir de aquel día, la vida cambió para él. Ya que su padre, cuando regresaba del trabajo, le ayudaba con sus tareas escolares y cuando terminaba jugaba un rato con éste; mientras que su madre, a medida que aumentaba su barriga de tamaño aumentaba las muestras de cariño hacia su hijo.


Con el tiempo, Nacho se fue olvidando de su amigo imaginario hasta que Mumu desapareció dejando un grato recuerdo en la memoria del niño.

Y colorín colorado este cuento se ha terminado.

La moraleja del cuento nos dice que: “Cuando nuestros hijos nos reclamen deberíamos, en lo posible, estar con ellos.

Alejandro Dieppa León.


Foto extraída de mi álbum personal y editada en el libro: "Cuentos para Aridane."

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