martes, 11 de septiembre de 2018

COLUMNA: 10 POR 10 IGUAL A 100 AÑOS DEL HUNDIMIENTO DEL VALBANERA CUYA MEMORIA ES HONRADA POR SALSIPUEDES CON SU NUTRIDA PROGRAMACIÓN DE ACTOS 2018-2019.


Seguramente alguna persona de bien, puede ser usted mismo querido lector o lectora, que ha sentido la sana curiosidad de comenzar a leer esta columna, y por lo que me toca en suerte le doy de antemano las fraternales gracias, se plantease, alguna vez en su vida, ante el inesperado conocimiento de una tragedia, presente o pasada, ya sea a través de un medio de comunicación como lo puede ser la prensa escrita, radio, televisión o internet o siguiendo la senda boca oído que tan bien ha funcionado en la humanidad durante milenios:

¿Qué hubiera sido de sus familiares si usted hubiera perecido en esa hipotética tragedia solo o junto a otros miembros de su familia?

Dura sacudida para el sereno meditar de su masa neuronal plantearle tal duda llena de más oscuros que claros, si bien lo sabré yo, y tras lo dicho le pido preocupadas disculpas por ponerle en esta árida tesitura; pero nadie que no se sacuda de vez en cuando la cabeza no es capaz de quitarse el polvo de su testa le subrayo estimado lector o lectora para que medite sobre ello como mismo podría haberlo subrayado en una de mis múltiples frases dedicadas a mi hijo en la serie –Meditando en un templo shaolín– que le llevo escribiendo desde hace muchos años. Más en esta ocasión se la enhebro, a esta frase en concreto me refiero, en su pensamiento para que la tenga como reflexión de cabecera y para que la emplee cuando el tempo que rige la inercia dicotómica de su existencia y relaciones humanas la reclame para, haciendo un buen uso de ella, dar sentido y solución y hasta arquitectónica coherencia a una de sus múltiples realidades o circunstancias vitales que le pudiera haber tocado en suerte lidiar.

Dura sacudida neuronal, me repito, que, en lo referido al Valbanera, en mi caso empezó a mascullar la duda de si referirme a lo que sucedió con su travesía, el pretérito 07 de septiembre de 1919 en Cuba, como lo que fue: Un inesperado naufragio, pero verán ustedes naufragios hay muchos que tienen distintos finales, unos malos y otros menos malos; pero éste en concreto se viste de un negro vacío por su propia idiosincrasia, o siguiendo la inercia de mi meditado planteamiento referirme a lo sucedido con el Valbanera como una tragedia; pero en este caso, como en el anterior, se me antoja corto, cojo, menguado, el calificativo por eso a partir de este punto me referiré a lo sucedido con el barco como naufragio-tragedia puesto que aunque todo naufragio es en sí mismo una tragedia, esto cae por su propio peso, ésta, en concreto, se atraganta más que otras en la conciencia del que la recuerda con respeto –Salsipuedes y resto de aquellos que, haciendo un trabajo de investigación, se niegan a que la memoria de nuestra historia la borre el tiempo macerada en la insípida desidia del que, institucionalmente, está más que cualificado para evitarlo– y se atraganta en la conciencia, repito, porque ésta se torna en la boca del que la menta de un sabor ácido, como de círculo aún no cerrado, ya que este paladeo non grato nos recuerda, por simple empatía con los fallecidos, que todavía sus cuerpos yacen en el fondo del mar. Y no dude lector o lectora que cada vez que lo escribo se me “añurga”, se me atraganta para quien no conozca la acepción del canarismo, como sé que se me atragantará cuando recuerde una vez más que:

Aún están, sepultados, en el fondo del mar.

Seres humanos, canarios de diferentes partes de nuestro archipiélago en su gran mayoría, humildes, sencillos, pobres, , pobres, y emigrantes que habían salido en la mayoría de los casos para hacer las Américas, como se solía decir en épocas pasadas al buscarse la vida actual, término que lo sigue acuñando el mundo del artisteo vigente para referirse a sus giras, que no resta en su expresión al utilizarlo en este contexto sino al contrario suma porque nos sigue recordando la esencia misma de esta sencilla sentencia:

Que para prosperar en la vida en determinadas ocasiones tenemos que emigrar a otros lugares para salir del cúmulo de necesidades que nos agobian.

Ojalá, ojalá, ojalá, como bien expresó y resaltó el director de Salsipuedes, José Gilberto Moreno, este pasado lunes día diez de septiembre de 2018, en el Nuevo Teatro Viejo de Arucas, con voz en off, durante el transcurso de la presentación del itinerario que hará esta entrañable asociación de Aruquenses para honrar la memoria del naufragio-tragedia del Valbanera:

“Ojala mi hijo no se vea forzado a sufrir el calvario de la emigración”.

Mujeres y hombres, solteros o casados, acompañados o no de sus vástagos o descendencia, insisto, canarios de diferentes partes de nuestro archipiélago en su gran mayoría, que no hablaban inglés, no, no lo hablaban; ni sabían hacer muchos de ellos la “O” con un canuto pues no tenían estudios; ni tampoco vestían lujosos trajes como los que lucía la clase adinerada que viajaba en el Titanic. En definitiva, coño, que este era un barco cargado de

emigrantes pobres y canarios por más ende

los cuales les importaba muy poco rescatar del fondo del mar y dar cristiana sepultura a las autoridades de aquel tiempo. ¡Uff! y parece que aún hasta las de ahora.
Claro, medítese el naufragio-tragedia en el contexto de la época.

Hago hincapié en lo anteriormente expuesto no de forma gratuita, no, sino para hacerles caer en la cuenta de que en aquellos tiempos no se podía sacar rédito mercantilista o político de este tipo de episodios porque no había prensa para que el politiquillo aprovechado de turno se pusiera frente a una cámara o micro y amortizase su interés con una serie de reportajes que solamente subrayan, para los que saben leer entre líneas no pasaría desapercibido, su verdadera intención: El quedar como lícitos defensores ante el pueblo que los contempla en deterioro de los auténticos, reputados y honorables, artífices del rescate en el tiempo de este hundimiento-tragedia. Es en este caso de recibo nombrar a la Asociación Cultural Salsipuedes, extremando el acento, por simple justicia lo pongo, en su máximo responsable José Gilberto Moreno sin dejar de lado la parte que les toca al resto de componentes y sin olvidar también a todos y cada uno de los que se han atrevido a novelar o a radiografiar por escrito este hecho histórico. Sumando a todo esto a los que lo referencian dentro de sus museos y galerías.

Pero muchos de ustedes se preguntarán, llegados a la altura de esta parte del texto, cómo es que el que lo rubrica se inviste a sí mismo de argumentos para calificar tamaña desazón de la vida o para simplemente hablar de ella; pues es tan simple como que yo soy un canario que ha perdido un familiar, una hermana, Mónica Dieppa León, en una tragedia de más proporciones que de la que hablamos, por su casuística particular la califico, en este caso tragedia no naval sino aérea, que sacudió a nuestra tierra y al resto del mundo: Un tiempo, un lugar y unos hechos que quedan bien explicados en el reportaje “Una cadena de errores” que pueden ustedes visionar en Yotube y que algunos habrán visto en nuestra televisión canaria. Sinergias en las cuales no ahondaré porque no es el momento y porque después de que le quitaran a mis padres, haciéndoles sufrir por ello, del monumento a los caídos en el accidente una pancarta, colocada el día antes de los actos institucionales, que iba en relación con lo sucedido no quiero nada más sino darme tiempo para, ataviado de paciencia, cuando llegue el justo momento, retratar a quién y el porqué dio tan fuerte e injusta patada en los sentimientos de dos ancianos que no buscaban protagonismos sino horrar a su ser querido.

Como pueden darse cuenta la vida de un familiar, y esto es un mero trazo con lo que les podría ilustrar, que ha perdido a un ser querido en una tragedia no es nada grata por eso cuando traten de contestarse a sí mismos la pregunta que les formulé al principio de esta columna háganlo siempre buscando la luz porque si se pierden en la oscuridad nunca alcanzarán la paz y la paz en este caso se alcanza con la justicia en todos sus aspectos y la justicia llega a la tragedia del Valbanera a través de todos aquellos que se han preocupado, estirando la honestidad, que su memoria, historia, no se pierda en el tiempo, que no se ahogue por la desidia…

Y el máximo éxtasis, estoy seguro de ello que tan solo por el momento, de esta justicia merecida se expresó este pasado lunes en el NuevoTeatro Viejo de Arucas por parte de la Asociación Cultural Salsipuedes a través de la presentación de un programa de actos conmemorativos sobre el centenario del naufragio de dicho barco.


Un evento lleno de matices positivos, en verdadera consonancia armónica con lo que es la idiosincrasia sonora y visual de lo que es Salsipuedes, presentado por dos de sus componentes, María González y Enrique González, de esta entrañable y más que respetable cadena de seres humanos que forman la que, más que grupo, se puede rubricar como familia de Salsipuedes donde se dieron cita todos y cada uno de los actores que se han preocupado en sacar a la luz esta tragedia.

Unos presentadores que supieron navegar por la entonación de la palabra y el gesto aderezando todo ello con espontaneas dosis de granitos de pimienta y sal humorísticos, infieles al guión marcado, que nos hicieron sentir que no había tiempo (no le rebelen este detalle al que escribió el guión pues si llega hasta sus oídos es capaz de ponerles palabras duras de leer en voz alta la próxima vez). Como también nos llevo a sentir que el tiempo no pasaba las actuaciones del grupo musical Vocal Siete que, como siempre –yo tuve, hace algunos meses, el placer de asistir a uno de sus conciertos en el restaurado y cada segundo más emblemático Museo Elder– y a través de su magistral casa de registros sonoros, vocales, que en el más estricto directo lograron poner toda una orquesta sobre el escenario del teatro.

Coño, que magistral lujo de actuación.

Dosis de tiempo que se me tornaron inexistentes también con el reportaje que nos informó de toda la casuística inherente al hundimiento-tragedia, con las entradas en escena de los asistentes invitados y con todas y cada una de las propuestas esculpidas en la pantalla del teatro para ser llevadas a cabo el próximo año 2019. Sin olvidar el hermoso gesto que tuvo el director del reportaje “Tras la senda del Valbanera” que tuvo la deferencia de ceder durante todo un año los derechos de emisión de este magnífico reportaje a Salsipuedes.

En definitiva que fue una noche plena, serena, dulce y amena, a repetir, que me permitió volver a estrechar entre mis brazos a un grupo humano el cual es ejemplo en toda la isla y del cual debería tomar ejemplo otros simplemente para darse cuenta que hacer cultura no es simplemente es ser un Yo sin humildad. Hacer cultura es una labor de muchos orquestada desde muchos ámbitos y puntos.

Y para despedirme aprovecho esta columna informándoles de los próximos actos, a los cuales les invito de antemano, de Salsipuedes programados para septiembre de este año:

El próximo viernes 14, a las 19:00 horas, en el Museo Elder de Gran Canaria:


CONFERENCIA TITULADA “REQUIEN POR UN NAUFRAGIO” A CARGO DEL ESCRITOR Y MARINO MERCANTE DON JULIO GONZÁLEZ PADRÓN.


El sábado 22 de septiembre, a las 11 horas, en el Parque Benito de Shamann en la capital de Gran Canaria:

MUESTRA DE ANTIGUOS OFICIOS AMBULANTES.

El viernes 21 de septiembre, a las 21 horas, en la calle Francisco Gourié de Arucas:

DESFILE ABORIGEN Y MUESTRA DE CULTURA ABORIGEN Y LEYENDAS CANARIAS.

El sábado 29 de septiembre, a las 20 horas, en el Castillo de la Luz de Las Palmas de Gran Canaria.

LA BATALLA NAVAL. EL FRACASO DE FRANCIS DRAKE EN LAS PALMAS.

Un evento este último al que yo me aventuro a intitular, sin el más mínimo temor a equivocarme, como garante a ser considerado de interés cultural en el tiempo puesto que esta propuesta traspasa el mero espectáculo y se puede llegar a convertir en todo un referente turístico para nuestra isla.


Alejandro Dieppa León.
Por un mundo mejor,
por una sociedad más justa.

Frase implícita en el texto de la columna de mi serie: Meditando en un templo Shaolin.
Fotos de mi álbum personal.

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