domingo, 29 de abril de 2018

COLUMNA: SALSIPUEDES BUSCA EL GEN CANARIO EN EL HOTEL MELVA SUITE DE FIRGAS, GRAN CANARIA.


Todos los seres humanos, racionales, que descendemos del homo sapiens-sapiens, subespecie del sapiens, grupo animal dentro del cual algunos son más animales que otros por sus comportamientos brutales e incívicos y la mayoría más “Sapiens” que Sapiens-Sapiens, por su forma de pensar en cuestiones de orden moral, nos hemos preguntado alguna vez:

¿De dónde coño venimos?

Y para muchos de los nuestros, yo me aventuraría a decir que para la gran mayoría, la respuesta a esta cuestión existencial se daría de forma rápida con un:

Pues, de nuestra madre y de nuestro padre.
De dónde sino va ha ser… Carajo.

Figuras, la paterna y la materna, que en algunas ocasiones no coinciden con las figuras genéticas necesarias para la concepción de algún hijo o hija. Sí, no coinciden, no se asusten por lo escrito sin anestesia, y no coinciden llanamente porque los que concibieron a tal desgraciada progenie la abandonaron por causas que no tenemos el derecho a juzgar; pues no las conocemos en toda su extensión, ni este es el momento más adecuado para hacerlo. Pero como estoy seguro de que a algunos de los que leen esta columna les seguirá rondando la idea de juzgar tal conducta les aliento, antes de emitir un precipitado juicio de valor, a que mediten estas tan acertadas palabras pronunciadas, y recogidas en la biblia, por Yeshua de Nazareth, ante la inminente lapidación de una mujer en plaza pública:

“Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”
(Juan 8: 7).

Desgraciada progenie, me repito, que según sea su suerte, depende si éstos nacen en el “primer mundo” o en el “tercer mundo”, son adoptados por seres humanos cuyo amor cubre más que con creses el que les pudieran haber dado sus auténticos padres genéticos. Amor, que a estos ángeles terrenales, los eleva a la autentica categoría de: PADRES.

Pero sigamos analizando otras formas de responder, a la pregunta planteada, por el resto de los nuestros y ésta se respondería, a groso modo, con un detallado árbol genealógico que vendría, con mucha suerte y desembolso monetario, a recoger de manera pormenorizada quienes fueron: Nuestros dos padres, nuestros cuatro abuelos, nuestros ocho bisabuelos y algún que otro, en este último caso arañando a la pericia del que documenta, tatarabuelo desperdigado por entre los vericuetos de los libros, legajos y pergaminos consultados. Todo ello, como ya apuntábamos, sin garantizarnos, al ciento por ciento, que realmente son aquellos quienes fueron el motor precursor y causa de que nosotros estemos caminando por este mundo. Pero seguro que exprimiendo el nosotros un poco más llegaremos a toparnos con el “Ilustrado” de turno que mentará con contundencia y sin ningún conocimiento científico actualizado la siguiente afirmación:

 “Pues pura y sencillamente yo provengo del mono…
Sí, hombre, del chimpancé.”

Afirmación que en este siglo XXI que comenzamos, hace ya dieciocho años, ha quedado más que obsoleta; pues no sería correcto afirmar, a fecha actual, que descendemos de los chimpancés aunque éstos sean tan parecidos a nosotros en muchas de sus expresiones. Lo que si hubiera sido correcto certificar, con contundencia, es que en algún punto de nuestra evolución fuimos más simios que humanos y que tenemos más antepasados comunes, en las ramas más antiguas de nuestra genealogía, con los chimpancés, gorilas, orangutanes, gibones, monos del nuevo y viejo mundo y hasta con los lémures, que con el resto de especies animales. Además de aseverar, a fecha actual, dato que se corrobora, científicamente, con los recientes estudios de ADN en la serie documental  “Los primeros hombres”, que humanos modernos, procedentes de África, mixturaron su descendencia en alguna oleada migratoria con los Neandertales, que también lo hicieron con otros Homos Erectus desperdigados que aún andaban por el continente asiático y hasta con una nueva subespecie homínida, recién descubierta, a la cual han bautizado con el nombre de: Homínido de Denísova.

¿Pero sigue contestando, esta última argumentada respuesta, a la tan mentada pregunta existencial formulada al principio de esta columna? Pues yo diría que para la mayoría de nosotros: Sí… Pero créanme que para el “ilustrado” que hizo la afirmación sobre los chimpancés aún le quedan buenas dosis de lectura científica para ponerse al día en una aplastante realidad.

¿Y para el autor de la obra “Coincidencias” José Gilberto Moreno?

¿Creen ustedes que será suficiente con tales argumentos científicos?

Pues no tengo la más mínima duda que también son más que suficientes.

Ya, ya… No se me arremolinen todos juntos dentro de mi masa neuronal que hasta aquí me llegan sus pensamientos, dudas y argumentos que me gritan que: “¿cómo puedo saber algo que el propio autor nunca me ha desvelado?”; pues lo sé porque después de degustar, con mucho gozo emocional, extensivo dicho gozo al resto del total del aforo que se personó ante dicha obra de teatro: El nutrido diálogo que Don Gregorio tiene con Anastasio, un poeta y músico que busca inspiración para su futura obra dentro de un caserío que con el tiempo se llega a llamar Hotel San Borondón, y la obra en sí misma me hacen llegar a la conclusión de que el autor de dicha propuesta tiene muy claro que la ciencia y la conciencia humanista son las encargadas de poner orden y respuesta a la pregunta:

¿De dónde venimos?

Pregunta a la que José Gilberto Moreno, fiel a su esencia humanista, le da una vuelta de tuerca, la traslada a canarias, y, sin ningún tipo de vergüenza, nos plantea la búsqueda del GEN canario. Y…

¿Por qué buscar en el desarrollo de la obra teatral “Coincidencias” el GEN canario y no en los laboratorios diseñados para ello?

Yo afirmo que para decirle indirectamente, ataviado de elegancia argumental, de humor, a cualquier rancio nacionalista de cualquier parte de nuestro territorio nacional, que predica la pureza de raza, que el ser humano es universal: Una mezcla de genes.

Cachetada, sin mano, dada a estos destructores de todo aquello que sirve para unir al sapiens-sapiens, que tornada en actividad cultural tan bien supieron interpretar, la joven y no tan joven, generación de integrantes de la Asociación Cultural Salsipuedes de Arucas a través de una nutrida variedad de personajes que daban sabor, sustancia, ritmo y sentido a la trama.

Personajes como:


La mujer de Don Gregorio –José Gilberto–, la Doctora Marrero –María González–. Sus hijas Eliodora –María Rodríguez–, enamorada de un cartero –Álvaro–, Casimira –María Santana–, enamorada de un afilador –Edgar–, y Yazmina –Nazaret–, que se terminará enamorando de Cirilo Santana –Raúl–. Un antropólogo invitado por su madre al hotel San Borondón para participar en la búsqueda del tan idealizado GEN canario en compañía de dos científicos: Un herpetólogo chino, el Doctor Pongo –Enrique González: “kike”–, y un forense, el Doctor Rosado –Eusebio Enríquez–. Sin olvidarnos claro está del poeta y músico Anastasio –Juan Antonio Pérez–; de las dos pícaras extranjeras –Cristina Lorenzo “Cris” y Vanesa Falanca– y de su grupo de compañeras, a las cuales desde aquí les ruego me disculpen no mencionarlas, pero me ha sido difícil confirmar sus nombres; de los dos botones –Rubén y Alberto–; y el novio del Doctor Rosado –Cristo Batista– que no paró de peladear hasta que terminó su intervención: Más allá de Firgas, concretamente en algún lugar entre Telde y Mogán, permítanme el chiste. Y por supuesto sin tampoco olvidarnos de –Manolo–, recepcionista, –Juan Déniz–, director del hotel, –Bonifacio–, quien nos recibió dándonos un libro, y –Domingo–, el heladero.
Personajes, plantel de actores y figurantes que estuvieron bien dirigidos e interpretados; pues supieron arrancar de la mente del público asistente risas, emociones varias y hasta cualquier tipo de problema cotidiano con el que la vida les sacude su cabeza durante el tiempo que la obra abrió su corazón para ellos dentro de la recepción del Hotel Melva Suite de Firgas, Gran Canaria. Un Hotel que para los que lean esta columna sugiero descubran sus buenas y múltiples cualidades reservando una habitación el tiempo que consideren oportuno.


No quisiera terminar esta columna sin exhalar, una vez más, que los distintos Ayuntamientos y ciudades de nuestra Isla, Gran Canaria, tomen como ejemplo a seguir la trayectoria de Salsipuedes incorporando su idiosincrasia singular al de su cosecha.


A Salsipuedes en general, gracias por las grandes dosis de humanismo que me llevo en cada acto o actividad que realizáis, para éste que suscribe es un lujo poder decir que todavía hay espacio en este mundo para lustrar: Tanto el trabajo físico, como el intelectual



















Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor, por un mundo más justo.

Fotos de mi álbum personal.

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