Aquella noche, no tenía sueño, el diario ajetreo y la rotura de la única llave de mi vehículo que poseía contribuían a ese estado. Por eso le dije a mi esposa:
—Salgo a dar una vuelta cariño a ver si se me pasa este estado de nervios.
—No sería mejor que te tomases una manzanilla y te pusieras a ver la tele —no pudo ocultar su preocupación, la custodia de uno de sus preciados tesoros...
—Cariño, solamente daré una vuelta al rededor de nuestra casa —fui sincero mientras me ponía los pantalones...
Una vez salí a la calle torcí a la derecha y comencé mi caminata, el frescor de la brisa, el silencio y las luces contribuyeron a que mi acelerado pulso se fuera ralentizando y casi sin darme cuenta el espacio-tiempo se paró justo cuando pasaba por un jardín comunitario...
—Ji, ji, ji.... —escuché nítidamente unas risas, por eso paré mi paso y giré mi cabeza hacia la espesura...
—Calla, que nos descubrirán —dijo el hada azul.
—¿Quién es? ¿Quién eres? —la sorpresa me apresó.
En vista que nadie me contestaba y que las tibias risitas seguían salté la valla y seguí la estela de unos fulgurantes destellos azules y rosaseos. Cual no fue mi sorpresa cuando al apartar una rama encontré dos pequeñas hadas.
—Pero.... —y seguido enmudecí.
—Te lo dije —recriminó la mayor—. No tenías que haberte escapado...
—Lo sé, Grazul, lo sé, ji, ji, ji... Pero me encanta ver la cara de sorpresa de los humanos cuando se topan con nosotras —Larosa se elevó, con gracia, y comenzó a dar vueltas al lado mío...
—Nuestra ley manda que cuando somos descubiertas por humanos tenemos que concederle un deseo a cambio de un pacto de silencio —Grazul se puso justo a la altura de mi cara— y como somos dos tienes derecho a dos deseos —agarró de la mano en vuelo a Larosa en un despiste de ésta.
—Dos deseos —éstos se me agolpaban en la mente— Salud para los míos y yo mismo —dije pensando en el bien común.
—Te queda uno, ji, ji, ji...
Esta vez me tomé mi tiempo....
—Que todo lo que deseo se cumpla —Grazul soltó a Larosa...
—Se puede cumplir; pero con limitaciones —interrumpió el hada más vieja...
—Qué no se puede resucitar a los muertos, ni pedir la vida eterna; pues eso va en contra de nuestro pacto con la diosa de la naturaleza.
—Sea —rubriqué.
Ya de regreso en mi casa mi amada esposa me preguntó que como me encontraba, que porqué había tardado tanto y yo sólo le contesté que a partir de ese día los problemas cotidianos se nos terminarían. Ella no me creyó en un principio, pero mi deseo de que creyese en mis palabras se cumplió y justo en este instante se cumple otro que tú, querido lector, te hayas deleitado con la lectura de este pequeño cuento y tus problemas, por un momento, desaparecieran de tu mente...
(Alejandro Dieppa León, escrito para mi página Desde el país de la fantasía)
La foto es un fondo de pantalla encontrado en
http://www.imagui.com/a/fondos-de-pantalla-hadas-y-elfos-czEa7bMky
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Alejandro Dieppa León.
Por un mundo mejor,
por una sociedad más justa.
Encantador. Lleno de buenos deseos. Que se cumplan esos deseos
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