domingo, 13 de noviembre de 2011

CUENTO CORTO: LA VOZ


SI FIJAS BIEN TU PASO EN TU CAMINO MENTAL LAS VOCES QUE ESCUCHES EN TU INTERIOR O EN TU EXTERIOR NO TE APARTARÁN DE ÉL

CUENTO:

Armando "El maderas", como así era conocido, carpintero de profesión y hombre sano de mente y cuerpo, del cual no se sabía a ciencia cierta su procedencia verdadera, caminaba hacia su carpintería (pequeño garaje alquilado a la vieja Juliana por 500 euros mensuales y en el cual había invertido unos 2000 aproximadamente en ponerlo en marcha) tarareando, entre dientes, su canción preferida:

-Paquita que guapa estás... ¿Dónde estarás Paquita? Paquita que guapa estás... Déjame tocarte Paquita... Porque si toco tu cara bonita, Paquita... feliz tú me harás... Y en una playa bonita, Paquita... tu y yo nos abanicaremos al compás...

Canción aprendida o inventada en uno de aquellos tantos lugares del mundo donde había instalado su sapiencia y dotes de maestría con la madera, una materia prima maleable y agradecida de la cual se puede obtener desde los más diversos útiles hasta la belleza más exquisita y armoniosa.

Y cuando más absorto estaba en sus cosas escuchó a sus espaldas:

-Armando, Armando...

El carpintero se giró y observó como Don Tomás, el cura de la gran iglesia que se levantaba orgullosa dentro de aquella pequeña ciudad, corría hasta él...

-Gracias por esperarme... Uff... La edad no perdona...

-Sí Don "Tromás" la "Edrad" no "prerdona" - le ayudó a subir a la acera.

-Gracias, hijo.

-De "Nrada", Don "Tromás".

-El motivo por el cual te paro -se limpió una gota de sudor que tenía la intención de precipitarse al vacío desde su frente- es que necesito que repares a la Virgen de la Madera, una imagen de origen medieval, que tenemos en una pequeña capilla en la iglesia... ¿Cuánto me cobrarás por el trabajo?

-"Sriendo" "Parra" la iglesia "narra" es un placer para mí poder "trrabajar" en ella.

-¿Cuándo puedes empezar?

-Esta misma "Trarde" y así "trodas" las Trardes" hasta que acabe.

-Que buen cristiano eres Armando -hizo la señal de la cruz frente a su rostro-. Que Dios bendiga tus pasos.

Cura y carpintero se despidieron y Armando "El maderas" continuó su camino tarareando su canción preferida:

-Paquita que guapa estás... ¿Dónde estarás Paquita? Paquita que guapa estás... Déjame tocarte Paquita... Porque si toco tu cara bonita, Paquita... feliz tú me harás... Y en una playa bonita, Paquita... tu y yo nos abanicaremos al compás... -cuando de pronto, al recorrer el segmento dentro del cual se extendía, hacia su derecha, el viejo callejón de la astilla, lugar donde los traficantes de poca monta trapicheaban con sus clientes, escuchó una nítida voz que le decía:

-ARMANDO NO REPARES LA IMAGEN Y TE DARÉ ORO Y FAMA...

-¡Quién me habla! -paró su marcha; pero tan solo un soplo de aire frío exhalado desde las entrañas del interior del callejón fue lo que encontró como respuesta.

El carpintero quitó importancia al acontecimiento esgrimiendo el argumento que le decía: "todo es fruto de tu imaginación" y siguió adelante tarareando su canción:

-Paquita que guapa estás... ¿Dónde estarás Paquita? Paquita que guapa estás... Déjame tocarte Paquita... Porque si toco tu cara bonita, Paquita... feliz tú me harás... Y en una playa bonita, Paquita... tu y yo nos abanicaremos al compás...

Después de haber cruzado un paso de peatones y recorriendo la larga calle del lamento, así nombrada por las saetas dedicadas a la virgen en el día de las alfombras, ya recorriendo el corto espacio que dibujaba el afamado callejón de la rama, lugar en donde las putas, al amparo de la noche follaban, con diestro y siniestro, a cambio de dinero para gastar en drogas y en otros menesteres más honrados, volvió a escuchar la voz que insistente le dijo:

-ARMANDO NO REPARES LA IMAGEN Y TE DARÉ ORO Y FAMA...

Armando giró su rostro hacia la izquierda buscando quien le prometía tan suculento estipendio, pero solo pudo percibir el correr hasta él de una imagen parecida al efecto que se produce en el desierto cuando tenemos insolación. Aparición ante la cual Armando salió corriendo.

Ya lejos del callejón "El maderas" queriendo quitarle importancia a tal fenómeno siguió su camino tarareando su canción, esta vez en voz alta:

-Paquita que guapa estás... ¿Dónde estarás Paquita? Paquita que guapa estás... Déjame tocarte Paquita... Porque si toco tu cara bonita, Paquita... feliz tú me harás... Y en una playa bonita, Paquita... tu y yo nos abanicaremos al compás... -así una y otra vez hasta llegar a la calle de las angustias, así nombrada porque en ella el trono de la Virgen de la Madera se inclinaba diez beses antes de seguir su camino en la procesión de Semana Santa, y cuando Armando fue a pasar junto por el callejón del palo algo en su interior le impulsó a cambiar de acera, pero la voz insistió nuevamente justo cuando se paraba frente a él:

-ARMANDO NO REPARES LA IMAGEN Y TE DARÉ ORO Y FAMA... -dijo la voz al mismo tiempo que ésta se materializaba ante el carpintero en forma de una mano invitándolo a entrar...

-"Drios" no dejes que me vuelva loco -cambió su rumbo y sin parar su marcha buscó la iglesia, entró dentro y arrodillado ante la Virgen de la Madera rezó, rezó y rezó hasta que escuchó:

-HIJO MÍO SOLAMENTE UNA MANO PURA PUEDE REPARAR MI TRONO Y TÚ PUEDES HACERLO...

Armando "El maderas", lloró y pidió el no escuchar más voces en su cabeza a cambio de reparar si reparaba el trono y así fue y a partir de ese día Armando repara tronos pensando en que si no lo hace volverá a escuchar a aquella aterradora voz que le daría oro y fama...

Posdata:

Y ahora que cada uno saque sus conclusiones...
Alejandro Dieppa León.

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