La rosa azul de mi alma se muere,
se desmigaja rápida en su epicentro,
sabiendo que llegó el momento
en el que nos tendremos que separar.
Yo la quisiera besar, mimar, acariciar,
alentar su delicada y grácil dulzura;
pero la cara de la despiadada amargura
la aja, sin tregua y sin parar...
La rosa azul de mi alma se muere.
ayúdala con tu cariño a germinar
para volver juntos a dialogar
en nuestro querido mar sereno...
donde el tiempo, inmutable, eterno
no pudre la verdadera libertad:
de escoger y disfrutar,
de cantar al nuevo día...
Porque una rosa sin poesía
perderá sus pétalos día tras día
en un lento peregrinar
hacía donde el aliento no germina
y se marchita sin piedad...
Alejandro Dieppa León.
Fotografía de mi álbum personal, de este año, calle de Triana, isla de Gran Canaria.
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