viernes, 18 de marzo de 2011

GRAN CANARIA, LAS PALMAS: EL IMPERIO DE CO2.

Por Rosario Valcárcel

¿Alguna vez contaste

Las veces que aullé tu nombre

Cuando hacíamos el amor…?

Pues eso.

Lucas Rodríguez

Lucas Rodríguez igual que el verdadero filósofo parece que está interesado en averiguar el fundamento de ese extraño rompecabezas que es la vida humana en el mundo, parece que está interesado en desgajarla de sus velos para poder llegar a las profundidades.

Así su poesía surge de sus inquietudes, de las ansiedades del día a día y de las preocupaciones eternas. De la búsqueda de su Yo, de la meditación y del diálogo consigo mismo.

Porque nuestro poeta ha tomado consciencia de la vida, de los elementos cotidianos, de la deshumanización del mundo, de la turbación vital y del desasosiego. Y se enfrenta a ellos unas veces con angustia y otras con una nota de humor, incluso con la sátira y los mecanismos de la cultura del comic.

Se enfrenta con su palabra, con su poesía, con esa arma que poseen los poetas para alzar la voz y expresar lo que acontece a su alrededor, como hace en el poema “El hedor” que observa lleno de espanto el abismo que nos puede ofrecer un recorrido de una línea de metro.

Los cadáveres de la línea 10 en agosto apestan

como el hedor de la basura a pleno sol,

el hedor de la mano de obra barata

-mis manos son putas y callan y otorgan-

el olor de las vidas en putrefacción expuestas

a perder,

el hedor de las almas bajo tierra

si, ese olor metálico a sangre corrupta desplazándose muda

atravesando tus venas y arterias,

tus labios.

El Imperio del CO2 es quizás la obra más madura, más pasional, entendida como crítica social, de la que Lucas ha publicado hasta el momento, donde está presente la conciencia de la crisis, el latir de la existencia, la violencia y la soledad de las ciudades. Un Madrid como espacio deshumanizado, que se convierte para Lucas, lo mismo que Nueva York para García Lorca, en un símbolo sobre el que el poeta proyecta sus emociones.

“El imperio del CO2”

…Hoy la ciudad se ha convertido en tu silencio

Apenas escucho tu respiración, me temo

que tendremos que volver a gritarnos

con las manos y los labios para no acabar

formando parte de tu hormigón.

Ciudad insensible,

no tendremos que respirar tu CO2 y claudicar,

alimentarnos de tus aceras y tintarnos el corazón

con el hollín de tus fachadas…

En algunos de sus poemas parece que se propone vivir y sonreír, no estar enfadado con el mundo. Por eso algún poema los encabeza con una cita o un pensamiento crítico, pero al mismo tiempo tan juguetón e inconformista que puede llegar a sacarnos una sonrisa.

Su poesía es también un elogio a lo cotidiano, a lo sencillo, a lo inadvertido, a la infancia como el poema de Buen chico.

Solo pienso en hacer todo aquello

que mamá dijo que no estaba bien

por ejemplo:

No tener paciencia,

contestar, decir palabrotas,

irme con todas las chicas que pueda

-sobre todo con las malas-

fumar porros, no dar ejemplo,

estudiar algo que no tenga futuro,

jugar al futbol con zapatos

y dejar que los desconocidos

me regalen caramelos.

Ya soy grande para que mamá me castigue,

suficiente y trágico correctivo

es hacerse mayor.

Pero también es un elogio al viento, al aire, al encuentro con la gente, a la fuerza que podría darnos el amor inexistente o a la pérdida del amor. A las contradicciones o a las casualidades como el termina el poema “La mujer de mi vida” con estos versos:

Las veces que habríamos coincidido

si nos hubiéramos conocido…

Alude de una forma pausada y reflexiva a los acontecimientos, a la soledad elemental del ser humano, a esa melancolía que se siente en medio de la multitud.

O al erotismo y al diálogo amoroso consigo mismo:

Miles de millones de litros de esperma

en pañuelos de papel

y ni un solo beso que mereciera la pena

hasta hoy.

Por eso se abre a ese infinito espiritual que todos llevamos dentro, y se conecta al origen, al mundo de los sentidos cuando toca su didjeridoo. Un instrumento de los que nacen sonidos graves y persistentes pero que le ayuda a meditar, a adentrarse en los pasillos de su alma, en la naturaleza mágica y abstracta de la palabra, de la poesía, para así poder seguir conquistando ese espacio creativo de las contradicciones y los sentimientos que ya es suyo.

Rosario Valcárcel escritora.

www.rosariovalcarcel.com

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