QUERIDO
HIJO...
PERDONA
Y SERÁS PERDONADO.
RESPETA
Y SERÁS RESPETADO.
MEDITEMOS...
DA
AL MUNDO PAZ ESPIRITUAL Y
TUS
VERDADEROS AMIGOS NO SE
APARTARÁN
DE TU LADO...
MEDITA...
MEDITO...
CUENTO
(cortito): VOLVIENDO AL TEMPLO.
Un
viajero, cansado, cuasi andrajoso, de barba profunda como profunda es
la experiencia vivida en el mundo que le ha tocado recorrer, pisa el
primer escalón del lugar donde ha elegido regresar, se reafirma en
su decisión, y seguido pisa el segundo con fuerza, ésta decisión
se consolida, y cuando reposa sobre el tercer escalón, antes de
cruzar el umbral de aquel sencillo templo, la decisión es
incuestionable, la simbología milenaria y sanadora de la puerta que
pretende cruzar se lo confirma. Seguido recorre un amplio patio cuyo
piso pavimentado con baldosas blancas y negras le recuerdan que el
bien y el mal forman parte de un todo y que el uno no podría vivir o
simplemente existir sin el otro, después entra en la primera
habitación de aquella arquitectura de la razón cuyo techo
representa un firmamento sereno lleno de estrellas y sin dudas dice
al hombre que allí está:
—He
viajado —templó
el tono de su voz—,
por el mundo llevando cuanto de bueno habita en mi...
—¿Y
qué has sacado en conclusión? —le interrumpió su antiguo maestro
que ajeno a su llegada meditaba, a conciencia, para centrar en lo
sustancial la energía de su discípulo.
—Que
hay mucho de bueno en el mundo, pero no lo cultivamos porque
preferimos perdernos en el vacío que ir al río a llenar el cuenco
de agua limpia...
—Entiendo —Buenda, su maestro, cerró los ojos.
—Entiendo —Buenda, su maestro, cerró los ojos.
—Que
también hay mucho mal en el mundo, pero no lo evitamos porque
nuestra debilidad no nos deja centrarnos en la solución y se regodea
en el lamento...
—Entiendo
—Buenda, su maestro, suspiró.
—Y
que hay mucho de efímero, pero no lo aceptamos porque negar la
realidad de la vida nos es más fácil que enfrentarnos a su
verdad...
Buenda
no habló esta vez con sus gestos y expresiones y el silencio,
cómplice con el instante y el momento, exhaló su sustancia para dar
tiempo a discípulo y maestro un hálito de reflexión...
Y
meditaron, meditaron y cuentan que ambos están aún meditando en una
espiral infinita que da paz, armonía y esperanza al mundo que rodea
su templo...
Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
por un mundo más justo.
Frase y cuento de mi serie: Meditando en un templo Shaolín.
Fotomontaje de mi álbum personal.
Derechos de propiedad intelectual literarios y de imagen reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.