domingo, 11 de mayo de 2014

MI CITA, POEMA Y CUENTO: MARIO Y SU PRIMERA DECISIÓN IMPORTANTE, DEL 11 DE MAYO DEL 2014. "Y TÚ?

Querido hijo...

SI SOMOS MONOTEMÁTICOS PODEMOS LLEGAR A ABURRIR.

Medita tus propuestas.

Medito y meditaré todas las que te ofrezco a ti, a mi esposa, a mis amigos, al pueblo que me lee...

Meditemos las que nos ofrecen formaciones de monotemáticos inquisidores que aún nos pretenden dominar con la mentira, el engaño, el miedo y la imposición de leyes no solidarias. 

Cuento: Mario y su primera decisión importante...

En aquella soleada mañana de domingo el silencio, guardián impertérrito de la serenidad del durmiente, supo que la hora de diluirse era llegada cuando unos tímidos pasos entraron en contacto con el frío suelo mientras reforzaba su decisión con un ágil movimiento. Sutil susurro mañanero que cruzó el pasillo de la habitación de Mario y penetró en la de sus padres para exhalar en los oídos de Sonia un: “Tu hijo se ha despertado” que la llevó a girarse, remolonamente, hacia su esposo, pegar su boca a la oreja de éste y decirle:

—Papi —la llamada sonó fantasmal—, papi —aclaró el tono—, papi... El niño se ha levantado...

—¡Qué...! —la persistencia consiguió que Martín viajara de una paradisiaca playa donde tomaba el sol al lado de su esposa hasta la cálida alcoba donde dormía junto a ésta—. ¡Qué quieres mami!

—El niño. El niño —acentuó— se ha levantado y está en la sala.

—Ya, ya me levanto y preparo los desayunos —se giró en la cama con la intención de grabar en su memoria el agradable recuerdo de aquella playa que había dibujado el señor de las telarañas, de los sueños, en su fantasía nocturna.

Y mientras padre y madre cosían a las sábanas de su cama palabras llenas de modorra Mario, ajeno a aquella monótona conversación dominguera, ya había ido al baño para orinar y lavarse la cara, como solía hacer los días festivos, ya había asaltado la cocina, en campaña militar de abastecimiento obteniendo como botín: un bote de zumo de frutas y frutos secos y ya había levantado un pequeño campamento sobre el sofá que estaba delante del televisor de la sala, después de encenderlo y sintonizar el canal deseado, con la idea de asistir a una nueva aventura de uno de sus personajes de series de dibujos animados infantiles preferidos: Doraemon.   

““Ojalá mis sueños se hicieran realidad, se hicieran realidad, porque tengo un montón...”” sonaba la sintonía de la serie mientras Martín se dirigía a la cocina.

—Sí, ojalá se hicieran realidad —carraspeó en voz baja mientras se rascaba el trasero. 

—¡Hola, papi! —saludó el niño con rapidez a su progenitor según se le materializó delante de él y seguido siguió atento a lo que estaba sucediendo en el capítulo.

—¡Hola, campeón! —se acercó con la intención de investigar que se había preparado su hijo para comer—. ¿Qué quieres desayunar? —le acarició el rostro con ternura.

—Un bocadillo —la respuesta fue rápida, compulsiva, poco meditada...

—Buena elección. Marchando cocina —y puso rumbo a ésta.

Después de desayunar y de hacer cuantas cosas se les ocurrió llegó el momento de decidir, serían las nueve de la mañana, donde pasar el resto del domingo.

—Ya sabes Martín que la semana pasada no fuimos a visitar a mis padres...

—Y tampoco a los míos, cariño —suavizó el tono para no aventar mucho los flecos llenos de polvo de la manta familiar.

—Pues yo quiero ir al centro comercial a ver tiendas de juguetes —Mario rompió los anuncios de tormenta doméstica con su oportuno imperativo.

Los tiras y encoje se sucedieron uno detrás de otro hasta que Martín, mostrando su enfado en el tono expresivo dijo:

—Siempre que nos toca salir tiramos todos para el lado que más nos interesa: Tú, señaló con su mirada a su esposa, con tus padres. ¿No te parece poco pasar con ellos todos los viernes por la tarde? Tú, giró su inercia hacia su hijo, con las jugueterías. ¿Ya no te parece poco con visitarlas todos los sábados antes de hacer la compra semanal? 

—Y tú —se revelaron madre e hijo...

—Sí, yo... Yo lo único que quiero es que los domingos, si no estamos descansando, lo cojamos para ir a la playa o de paseo al campo... Es como dice el escritor gran canario Alejandro Dieppa en una de sus frases de su serie meditando en un templo Shaolin: “Si somos monotemáticos podemos llegar a aburrir”.

—Tú y las frasecitas de ese escritor al que estás enganchado. Seguro que no habrá pisado ni el Tibet y escribe sus frases desde un lugar lúgubre y mal oliente —dijo Sonia ya harta de que su marido le citara una y otra vez textos y frases de aquel escritor.

—Papá, mamá —interrumpió Mario asustado por los nuevos malos presagios—. Y si ponemos en un vaso tres papeles. Cada uno con nuestro nombre y, a ciegas, sacamos uno y el que salga elegido elige donde vamos...

Madre y padre aceptaron la propuesta y llevado a cabo lo sugerido el ganador de aquel concurso fue Mario.

—Tu dirás hijo —subrayó Martín dando por sentado que su hijo elegiría el ir a un centro comercial a visitar escaparates de jugueterías....

—Sí, hijo... Tu dirás —se consagró Sonia a la virgen de la resignación.

—Papá —la seriedad del tono de voz desconcertó a sus progenitores—. Ponme en internet la frase de ese escritor al cual tanto nombras...

El padre rápidamente cargó el blog de su autor favorito y una vez mostrada en pantalla la propuesta de éste Mario leyó en voz baja la frase, la meditó unos segundos, y seguido leyó en voz alta el poema que proponía el autor...

—“Una calle, calma, elegida,
     pero que tenga un puente:
     Donde se medite la vida...
     Donde se pacte la suerte...

    Un silencio que me diga:
    “Aquí anoto en tu mente
    esta duda, dura, incisa,
    encarnada, para meditar:

    Tu pasado... Tu futuro... Tu presente...” 

Mamá aunque no entienda muy bien el poema si entiendo lo que quiere decir la frase y la pregunta de la pared escrita en rojo: “Y tú?”... y esta es mi decisión.

Mamá, papá tiene razón cuando dice que vamos muy a menudo a la casa de tus padres, mis abuelos... También tiene razón en decir que yo siempre os obligo a ir a las jugueterías, pero, tú, papá, tienes que reconocer que siempre nos intentas imponer las propuestas que te gustan solamente a ti...

—Tienes razón hijo —aceptó con humildad la reprimenda.

—Por lo tanto y para no ser monotemáticos elegiremos una que nos guste a todos y que no hayamos hecho hace mucho tiempo... Y está es el ir a la playa... ¿Qué os parece?

Los padres de Mario aceptaron, orgullosos, de ver que su hijo había demostrado una madurez inusual en un niño de su edad y a partir de aquel día procuraron alternar sus rutinas para no volverse monotemáticos en sus vidas...

Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
Por un mundo más justo.

Derechos de propiedad intelectual literarios y de imagen reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.

domingo, 4 de mayo de 2014

MI CITA, POEMA Y CUENTO: MARIO Y EL DÍA DE LA MADRE, DEL 04 DE MAYO DEL 2014. DÍA DE LA MADRE.


Querido hijo...


TODA MADRE ES UN REFUGIO DE AMOR PARA SUS HIJOS.

Meditémoslas.

Medito a la mía que sufre en silencio la pérdida de mi hermana.

CUENTO: MARIO Y EL DÍA DE LA MADRE.

Dentro la escuela de Bosque Adentro la actividad diaria se había agitado en las aulas con la eminente llegada del día de las madres...

—¡Silencio niños! —Margarita, la directora y profesora de Mario acompañó la llamada de atención con dos fuertes palmadas sobre su mesa—. ¡Niños, niños, si no me atendéis no prepararemos nada para el día de la madre —elevó el tono de su voz y el silencio tan añorado se hizo luz en su agitada cabeza—. Así me gusta, como niños buenos, todos en silencio para anotar las ideas con orden en la pizarra. ¡Bueno!  Y ahora que levante la mano quien quiera dar una idea.

La respuesta y los movimientos encorsetados en los asientos fue unánime, pues todos niñas y niños querían dar su opinión.

—Paula habla tu primero —la educadora dio voz a la menos inestable de la clase y a la vez a la más tímida...

—Yo... —dudó en el último instante si hablar o permanecer callada—.Yo...  —Margarita la alentó con un: “no tengas miedo tu propuesta será tenida en cuenta”— Yo creo que deberíamos dar una fiesta donde le demos regalos a nuestras mamás...

Margarita anotó en la pizarra la primera propuesta arropada por el murmullo de aprobación del resto de la clase.

—Ahora te toca a ti Jorge —dio paso al más inestable de la clase.

—Yo creo que deberíamos dar una fiesta —delante de él se oyeron risas, cosa que molestó a su ego masculino, pero la actitud grupal que fue sonoramente reprendida por la educadora con un: “Niños dejad que se exprese”...

—Eso ya lo ha propuesto Paula Jorge —acentuó el tono cariñoso—. ¿No tienes algo más que añadir?

—Sí, señorita... Que se den regalos...

Las risas volvieron a florecer, con más intensidad, delante de Jorge porque detrás de él no había nadie ,solamente la pared que lindaba con el patio y éste preso de la rabia se sentó de un golpe. Expresión corporal que detuvo las risas de un seco porrazo.

—Niños no debéis de reíros de los compañeros. Eso está mal o es que nunca os habéis equivocado en algo... Haber que toda la clase pida perdón a Jorge en voz alta...

—Pero “seño” yo no me he reído —Andrés “el pelirrojo” mintió para evitar que Jorge la pudiese coger con él...

—No importa Andrés de igual manera todos nos disculparemos diciendo: Jorge acepta nuestras disculpas... Venga... Una, dos y tres...

El mensaje llegó alto y claro al perjudicado, pero esta actitud cívica y educadora no caló en aquel niño duro de roer sentimentalmente, más aún acrecentó su sed de venganza...

—Ahora tu Mario...

Mario se levantó y dijo en tono contenido dijo:

—Que la fiesta se celebre este domingo día cuatro y que los regalos se los demos en ella...

—Muy bien Mario —acarició verbalmente la propuesta la educadora— anotémosla debajo de la que ha hecho Paula y a partir de ese instante: Que si el regalo tiene que ser una tarjeta, que si en la fiesta tiene que haber refrescos, que si también se podía traer a los padres, etc...

Llegados el domingo, día cuatro, todo estaba preparado en el cole y las madres, y padres, se agolpaban, junto a sus hijos en la puerta de entrada hasta que ésta se abrió y padres e hijos entraron, ordenadamente, al patio de la escuela Bosque Adentro.

—Mamá, mamá, te gusta como hemos preparado las mesas y cómo hemos decorado el patio —Mario tiró de Sonia dejando tras de sí a su padre el cual se limitó a seguir sus pasos saludando cordialmente a todo aquel que se topase con él.

La fiesta transcurría normalmente los padres intercambiaban palabras mientras degustaban de los manises, papas fritas, aceitunas, papas arrugadas, quesos de las siete islas, pellas de gofio, paellas, ensaladillas rusas, salpicones y varias clases de refrescos que habían traído ellos mismos el día anterior. Cuando de repente dos toques de micro reclamó su atención.

—Estimadas madres, y estimados padres, —Margarita aclaró el tono de su dulce voz— ha llegado la hora de entregarles los regalos que han preparado sus hijos en clase para este día... A ver niños que cada uno recoja de su aula, en silencio y despacito, el regalo para su madre y se ponga en esta parte del patio, señaló a su derecha, —algunos alumnos, el primero Jorge, salieron corriendo como voladores—, he dicho despacito —subrayó la directora y surtió efecto—, y las madres y padres en esta otra, señaló a su izquierda.    

Una vez todos estaban en los lugares señalados en el patio la directora fue llamando, por orden alfabético, a los alumnos de su clase y el primero en entregar el regalo fue Jorge que entregó a su madre una casa, en forma de corazón, hecha de palillos, seguido fue Paula que le entregó a su madre una rosa hecha de papel, después vino Andrés, “el pelirrojo”, que le regaló una caja de madera con la leyenda "te quiero mucho" y así, uno detrás de otro, hasta llegar el último, último por petición propia, Mario, que se puso delante del micro sacó una tarjeta hecha de cartulina rosa, color preferido de su madre, la abrió y leyó lo que había escrito para ese día:

—Pensamiento:

Toda madre es un refugio de amor para sus hijos.

Poema para mi madre:

Mi mamá es muy, muy guapa.
Tiene un pelo, suave, bonito...
Una cara cariñosa y preciosa
y también un dulce sonido.

Mi madre huele a una rosa.
Me arrulla con mucho cariño.
No me grita nunca y me mima  
porque soy muy buen hijo.

Mi mamá me lleva a la escuela.
Me cuida por el largo camino.
Me recoge cuando llega la hora
y me cuenta cuentos divertidos.

Cuanto quiero a mi hermosa mamá...
A mi papá todos los días se lo digo
y él, removiendo mi pelo, me contesta: 
“Y yo bendigo el día que se casó conmigo”

Con mucho amor a mi madre Sonia.

Aquellas palabras escritas y pronunciadas por un niño de tan solo siete años sacudió a los allí presentes que se desmigajaron en mil elogios. Cosa que no gustó a Jorge, pero eso, eso forma parte de otro cuento...


(Alejandro Dieppa León mi frase, poema y cuento de mi serie Meditando en un templo Shaolin)
Foto de mi álbum personal...

Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
por un mundo más justo.

Derechos de propiedad intelectual literarios y de imagen reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.

jueves, 1 de mayo de 2014

MI CUENTO CORTO DEL 01 DE MAYO DE 2014: EL MONJE ACEPTÓ LA ENSEÑANZA.

http://es.wikipedia.org/wiki/Siddhartha_Gautama

Gautama meditaba en el eterno cosmos y junto a él cientos de discípulos, en una formación dinámica, y conectados por esa energía invisible que une a todos los seres místicos de luz seguían sus enseñanzas transmitidas, no de forma dogmática, sino de forma que el Ser que las recibía solamente las aceptaba por: Convicción... Así durante la eternidad de la no existencia para ser un ente espiritual más puro hasta que Han Mimg, un monje Shaolin, recién llegado, paró la infinita meditación...

—Maestro, he dejado de ver tu codo derecho y esta imagen de ti me perturba...  

El tiempo se contorsionó y se paró para dejar penetrar en él la voz de Gautama que de forma espiritual dijo:

—Aunque el codo no se presente ante ti, sabes que está... ¿o es que dudas de su fidelidad al cuerpo?

—No Maestro... No... —Han Ming serenó aún más su respiración—. No dudo, simplemente me perturba...

Gautama se manifestó ante él y en el vacío del infinito dijo:

—Amado discípulo, tu parte terrenal ha resentido tu fe en mí, no padezcas por ello; pues solamente el tiempo te dejará ver mi codo...

Con el paso de los milenios Han Ming pudo ver el codo de su maestro y esto sucedió porque confió en él, en su pacto, y llegó a la conclusión de que aunque no llegase a ver y tocar la figura de su maestro éste siempre estaría a su lado...


(Alejandro Dieppa León mi frase y cuento de mi serie Meditando en un templo Shaolin)

Alejandro Dieppa León.
Por una sociedad mejor,
por un mundo más justo.


Derechos de propiedad intelectual literarios reservados al y del autor: Alejandro Dieppa León.